Revista IECOS, 25(2), 1-4 | Julio-Diciembre 2024 | ISSN  2961-2845 | e-ISSN  2788-7480

Editorial: Diversidad biológica, multiculturalismo y gestión del conocimiento

 

https://doi.org/10.21754/iecos.v25i2.2294

 

En el Perú, durante el año 2022, el total de exportaciones alcanzó los USD 63,193 millones. De esta suma, solo aproximadamente el 3% (USD 1,200 millones) correspondió a exportaciones de servicios y productos tecnológicos, una cifra insignificante en comparación con los productos tradicionales como minerales y productos agrícolas. Estos datos, ofrecidos por entidades como PROMPERÚ y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), destacan el predominio del modelo primario exportador y explican en gran medida las disparidades en nuestro desarrollo sostenible. Esto impacta negativamente en la diversificación económica, la competitividad del tejido productivo y el medio ambiente.

¿Son conscientes los empresarios peruanos de nuestra situación desfavorecedora en el contexto global? Sí, lo están. Sin embargo, inmersos en un entorno de negocios global que favorece sus intereses debido a su rol en el comercio de recursos naturales, continúan defendiendo el modelo primario exportador. Luis Carranza, ex ministro de economía, en su artículo “Rumbo a la prosperidad” (Revista Caretas, edición 2222. Lima. 2012), afirma: “Nuestros amigos ideológicos chocan con la realidad (…) La propuesta que nos hacen es alejarnos de las materias primas y diversificar. Reducir el porcentaje de exportaciones vinculadas a recursos naturales, incorporando más tecnología en los productos y exportándolos. Es una idea lógica, similar a la de los países desarrollados, pero ¿qué políticas se deben implementar? Creo que es un error. El desarrollo económico pasa por profundizar nuestras exportaciones de recursos naturales”.

Los defensores de este modelo de acumulación argumentan que la baja productividad y la escasa innovación en la economía peruana se deben a la falta de acuerdos sobre la gestión gubernamental y a la inconsistencia en las políticas económicas, que incluyen deficiencias en educación, capacitación laboral, financiamiento, tecnología, prácticas empresariales, inversión en infraestructura, inseguridad jurídica, estabilidad macroeconómica y costos administrativos de transacción. En esencia, su enfoque se centra en los efectos o síntomas, sin abordar las causas políticas, económicas y culturales subyacentes. Esto ignora la lógica economicista del modelo primario exportador, que limita el desarrollo sostenible, afecta la diversificación productiva, debilita el tejido social y deteriora el medio ambiente. Para superar el actual modelo de acumulación, considerando las estructuras sociales del Perú, es esencial colocar la gestión del conocimiento en el centro del desarrollo sostenible. Esto implica construir una visión alternativa del tipo de nación que queremos ser, integrando aspectos cruciales como la biodiversidad, la multiculturalidad, la economía del conocimiento y una política inclusiva.