Universidad Nacional de Ingeniería, Lima
devenir
Vol. 7, N°14, enero - junio 2020, pp. 35-52 - Estudios ISSN 2312-7562 e-ISSN 2616-4949
EDIFICACION DEL ANTIGUO CORREO Y TELEGRAFO DE LIMA.
HISTORIA DE UN PATRIMONIO EDIFICADO(*)
BUILDING OF THE OLD post office AND TELEGRAPH OF LIMA.
HISTORY OF A BUILT HERITAGE
Henry Barrera CamarenA(**)
https://orcid.org/0000-0002-6242-7179
henrybarrera20@gmail.com
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú)
Fecha de recepción: 20 de octubre de 2019
Fecha de aprobación: 4 de junio de 2020
RESUMEN
El Correo Central de Lima, antiguamente llamado Correo y Telégrafo de Lima, es un bien patrimonial poco conocido por la variedad de usos que hoy en día se le da y porque, debido al avance de la tecnología y la era digital, las últimas generaciones de la población no han llegado a emplear este servicio. Por los motivos indicados, el objetivo de este trabajo es revalorar su importancia histórica y el diseño arquitectónico que ostentó originalmente, el cual con el tiempo se ha ido modificando, sin que ello signifique la pérdida de su valor. Para ello, se recurrió al empleo de fuente primaria, tanto en imágenes como en información, que es la base de este estudio.
La conservación del patrimonio es una obligación social y desde el campo de la historia se puede contribuir a esa noble gesta. Un monumento de tal complejidad que ha superado los vaivenes del tiempo no solo debe ser valorado per se, contiene un aporte para el conocimiento del devenir de la antigua Ciudad de los Reyes.
PALABRAS CLAVE
Correo y Telégrafo de Lima; monumento histórico; patrimonio edificado
ABSTRACT
The Central Mail of Lima, or formerly called Correo y Telégrafo de Lima, is a little known heritage, in part because today it is given a variety of uses, added to the fact that the last generations of the population have not come to use this service. The latter is a direct cause of the advancement of technology and the digital age. For these reasons, the objective of this work is to reassess its historical importance and the architectural design that it originally held, which over time has been modified, without this meaning the loss of its value. For this, the use of primary source was used, both in images and in information, which is the basis of this study.
The conservation of heritage is a social obligation, from the field of history you can contribute to this noble deed. A monument like this, which has overcome the fluctuations of time, must not only be valued per se, its complexity can contribute to continue knowing the future of the ancient City of Kings.
KEYWORDS
Mail and Telegraph of Lima; historical monument; built heritage
(*) El artículo es parte de una investigación personal que se realizó a comienzos de 2019 y que contó con el apoyo inicial de la arquitecta Elena Westphalen. Asimismo, se agradece al historiador Jorge Huamán, su conocimiento sobre la historia de la ciudad de Lima fue de gran contribución; tambien a Hugo La Rosa, quien gentilmente proporcionó fotos y planos que custodia Programa Municipal de Recuperación del Centro Histórico de Lima de la Municipalidad Metropolitana de Lima (PROLIMA-MML) sobre este inmueble.
(**) Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Con cursos de maestría en Gestión del Patrimonio Cultural en la misma casa de estudios. Ha sido ponente en diversos eventos académicos. Su tema de interés radica en la elaboración de la historia del patrimonio edificado que alberga el Centro Histórico de Lima. Labora actualmente en la Biblioteca Nacional del Perú.
doi: https://doi.org/10.21754/devenir.v7i14.759
Introducción
El Correo Central de Lima, antiguamente conocido como Correo y Telégrafo de Lima, se ubica en la primera cuadra del jirón Conde de Superunda, a mitad de camino entre Palacio de Gobierno y el convento de Santo Domingo en el Centro Histórico de Lima. Pese a los años transcurridos el inmueble conserva su fachada original, incluyendo la conocida cabeza de león, por cuya bocaza depositaban sus cartas aquellas personas que llevaban demasiada prisa como para entrar al edificio.
La concepción del patrimonio edificado como impulsor del desarrollo económico y social es reciente. En las últimas décadas se ha empezado a reconocer la valía del patrimonio y de su potencial oculto. Un turismo enfocado a la difusión de los elementos patrimoniales de una comunidad resulta vital para mantener vigente lo que ha sido parte de la historia colectiva. Señalado eso, el Correo Central de Lima que es un ejemplo de lo indicado, solo requiere de un plan cultural que lo abarque y revalore acertadamente. De este modo, mantendrá su vigencia, valor, significado y “como objeto arquitectónico del pasado puede configurar un depósito de recursos potenciales” (Patiño, 2010, p. 30). Ese plan cultural, para que sea eficaz, debería de caracterizarse entre otras cosas por ser estratégico a largo plazo, tener prioridades claras y ser guía para optar por las mejores decisiones cuando la situación sea complicada (Hayakawa, 2010, p. 94).
Con esta investigación se pretende revalorar la historia de este monumento y el particular diseño arquitectónico desde su inauguración en 1897, hasta su ampliación en 1924. Pese a que desde la década del 30 del siglo XX tuvo modificaciones en su estructura, todavía puede contemplarse el estilo que lo caracteriza. Como bien sostiene Josep Ballart “los objetos que permanecen en el tiempo transmiten de una manera directa a los individuos noticias y sensaciones que provienen del pasado” (2007, p. 29). El Correo Central de Lima todavía genera esos efectos.
Metodología
El presente trabajo se basa en la recopilación de información inédita custodiada en diferentes archivos y bibliotecas de la ciudad de Lima. A finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX se publicó de manera anual el Boletín Postal y Telegráfico, un material que daba cuenta de las actividades y/o hechos suscitados alrededor de la administración del correo. Este material ha sido una valiosa fuente primaria de estudio para escribir sobre el devenir del inmueble.
Por otro lado, las imágenes publicadas son tomadas de revistas como Mundial y Ciudad y Campo, que reflejan perfectamente un momento histórico importante del inmueble, como lo fue su ampliación en la segunda década del XX con la apertura de un pasaje. Además, se puede apreciar que tanto el estilo arquitectónico como su decoración se ha conservado hasta nuestros días.
Antecedentes
En 1821, el ramo del Correo de Lima ocupaba una casa principal de altos y bajos, con cuatro puertas a la calle, situada en la calle de la Encarnación (hoy uno de los frentes de la Plaza San Martín), en el Centro de Lima, frente a la plazuela de la iglesia que llevaba el mismo nombre, de propiedad de Joaquín Dionisio de Azcona, quien la tenía arrendada al Estado peruano (Rosas, 1973). En ese lugar funcionó hasta el 13 de mayo de 1845, fecha en que el Estado decide trasladar al ramo a un inmueble propio que antes era ocupado por la administración de Aduana1, ello con el fin de ahorrar los mil doscientos pesos anuales que pagaba por el arrendamiento2. El incremento del servicio de la correspondencia por parte de los ciudadanos, sumado a que dicho inmueble era compartido con el Tribunal de Minería y con la misma Aduana, pronto llevó a que se busque otro lugar que posea las comodidades necesarias para el ramo, pese a que en un primer momento el inmueble en mención prestaba este requerimiento. Finalmente es trasladado a uno ubicado en la calle del Correo Viejo (hoy cuadra 1 del jirón Conde de Superunda), actual cede del Correo Central de Lima.
Edificación del Correo y Telégrafo de Lima
Hacia 1875, el local que ocupaba en la calle del Correo Viejo se hallaba en un estado ruinoso. La falta de luz y ventilación, la estrechez de su única entrada para el público y para las mulas, y la pésima distribución de sus oficinas la convirtieron en un inadecuado centro de operaciones para este servicio público. Esta situación reclamaba una reforma para cambiar tal estado o la construcción de un nuevo edificio. Además, que era necesario darle mayor ensanche, y para conseguirlo el Estado peruano compró la casa colindante, el mismo que iba hacia el fondo por la calle en la que se encontraba la iglesia de Santo Domingo. En ese mismo año, el Estado peruano adquiere el dominio del ramo del telégrafo, que hasta entonces estaba administrado por la Compañía Nacional Telegráfica. Este hecho incitó la propuesta de juntar estos dos ramos.
El 15 de marzo de 1876, el gobierno peruano celebró un contrato con la Compañía de Obras Públicas y Fomento del Perú para que construya un nuevo edificio para el correo, destinándose un espacio para el ramo del telégrafo. La construcción debía ser en el plazo de doce meses, con sujeción a los planos generales del edificio levantados por el arquitecto del Estado Emilio Pareq. El valor de la obra sería de 188,900 soles. Luego de firmado el contrato los trabajos se iniciaron pronto. Si bien el gobierno de turno mostró su interés en mejorar el servicio de correos y telégrafos, en las provincias la situación del servicio también era preocupante. Prácticamente ninguna provincia contaba con un local propio, las casas o tiendas no eran adecuadas para tal fin, quedando claro que no brindaban la seguridad ni comodidad para el desarrollo de este vital servicio.
Empero, la compañía no cumplió el contrato, paralizándose las obras por más de un año. Ante ello, el gobierno se vio en la obligación de rescindir dicho contrato el 7 de setiembre de 1878, ratificando tal decisión el 3 de junio de 1884. Las obligaciones recíprocas quedaron canceladas por medio de una escritura pública de fecha 9 de diciembre del mismo 1884.
El Estado peruano recibió el edificio en construcción, solamente con los cimientos del patio central y algunos muros interiores de ladrillo, por cuyos trabajos se abonó, según tasación, la suma de 14,180 soles 15 centavos. Se tuvo que esperar hasta el 26 de enero de 1885 para que los trabajos se reorganizaran. Tal función cayó en los arquitectos Manuel J. San Martín y Eduardo Brugada, quienes además tendrían que elaborar el presupuesto que se necesitaría para la culminación del cuerpo bajo del edificio. Pese a este impulso, las obras avanzaban lentamente, básicamente por las interrupciones que se sufrió entre los años de 1886 a 1890, adquiriendo nuevo impulso en 1891. En dicho año se terminó las labores de canterías del patio central.
A fines de 1891, las obras nuevamente se paralizaron, esta vez hasta mediados de 1892, luego de lo cual se retomaron, para otra vez paralizarse a inicios de 1895. Hasta esta fecha el edificio solo estaba comprendido por el cuerpo bajo y medía un área de terreno de 2,406 metros cuadrados. Debido a que este espacio no era suficiente para armonizar los trabajos interiores con la fachada y vestíbulo que requería el edificio, el presidente de la República dispuso la expropiación de 160 metros cuadrados de terreno de la finca colindante, el cual era de propiedad de los señores Armero. A mediados de 1895 las obras por fin encontraron un rumbo estable de continuidad.
Las expropiaciones en pro del correo continuaron, también se adquirieron dos fincas colindantes más, una que pertenecía al señor Octavio Tudela y la otra a la Beneficencia Pública de Lima, comprendiendo un terreno de 570 metros cuadrados. De tal manera que, para la inauguración del antiguo Correo y Telégrafo de Lima, llevado a cabo el 31 de diciembre de 1897, por el presidente Nicolás de Piérola, el inmueble poseía una superficie de 3,136 metros cuadrados. Con este terreno adicional se logró ensanchar notablemente el edificio en beneficio de los ramos del correo y del telégrafo3. Es de agregar que ante el fallecimiento del arquitecto Brugada, fue nombrado en su reemplazo el arquitecto Maximiliano Doig para que continúe con los trabajos4.
En cuanto a la ornamentación del inmueble, llegaron de Europa todos los objetos que se habían solicitado. Entre los que figuraban un casillero para la Sección de Apartados, proveniente de Nueva York. De Bélgica se gestionaron ciento catorce lunas rayadas para las farolas, setenta y dos lunas de triple espesor para las ventanas del gran patio, ochenta metros de vidrios de color esmaltados para las cúpulas. Entre otros elementos importados estuvieron la estatua que se colocó en el patio de piedra, cuyo pedestal fue el buzón central y que servía para alumbrar esa parte del edificio; el regulador eléctrico y la instalación de relojes de la misma clase. Precisamente a la casa suiza se le encargó un reloj eléctrico con su instalación completa, con fuerza para mover ochenta relojes secundarios. Prosiguiendo con los objetos adquiridos para el edificio, estaban los faroles y jarrones que se colocaron en la fachada, braquetes para el primer vestíbulo, una linterna de suspensión para el segundo vestíbulo y los aparatos para el alumbrado por el carburo de calcio (gas acetileno). Paralelo a estas adquisiciones, en Lima se estaban fundiendo en bronce dos magníficas estatuas para la fachada de dos metros cincuenta cada una, un escudo nacional, doce rosetones y algunos otros objetos de arte. Así como la preparación en bronce del busto del presidente Piérola.
Para la inauguración los vestíbulos del edificio estaban concluidos en gran parte del cuerpo bajo, donde estarían instaladas las oficinas del Correo, mientras que la parte del cuerpo alto, destinado a las oficinas del Telégrafo, presentaba un gran avance. Para la construcción de los dichos altos, se tuvo la necesidad de suprimir los faroles de los salones bajos, y hacer en éstos modificaciones para darle luz y ventilación. El acto oficial de inauguración se realizó en el salón central, el cual iba a ser utilizado para la contaduría y caja de correos. Desde la entrada hasta el fondo, el local estaba adornado con banderas y laureles. Al acto concurrieron, como de esperarse, el presidente de la República, acompañado de los ministros de Estado, los miembros del Poder Judicial, el prefecto y subprefecto de Lima, los presidentes y vocales del Tribunal Mayor de Cuentas, los directores de gobierno, de administración, de Fomento y de la Casa de Moneda, los jefes y oficiales del ejército, y gran número de invitados particulares5.
El entonces director del Correo, el capitán de navío Camilo N. Carrillo, se esforzó en reglamentar el servicio con el fin que se cuente con un buen régimen postal. Esta acción ayudaría a satisfacer las exigencias propias del servicio y a la vez de brindar comodidad al público.
Como dato adicional, hasta antes de la inauguración la Casa de Correos y Telégrafos funcionaba en un local destinado a que sea hogar de familia, más no para albergar este organismo de comunicación intelectual y comercial entre hombres y pueblos. Este local era deficiente, apenas podía satisfacer las más premiosas necesidades del público y de la institución misma.
El director de la Biblioteca Nacional, el tradicionalista Ricardo Palma, escribió a finales de 1897 las siguientes palabras acerca del progreso y lo que significaría para el país este nuevo edificio:
El Jefe de Estado, hombre culto i de levantado criterio, ha alentado con su eficaz apoyo al laborioso i entusiasta Director del Ramo, convencido de que en materia de servicio postal todo adelanto, todo mejoramiento es un coeficiente de civilización. Para juzgar a un pueblo basta verle la cara a su servicio postal. Amante del prestigio de su patria, antes que ocuparse en otras cosas de relativa urgencia, ha preferido dar impulso á la nueva Casa de Correos, acto que será uno de los más simpáticos i trascendentales de su periodo presidencial6 (ver Figura 1).
Iniciado el siglo XX el espacio del Correo comenzó a ser estrecho. El desarrollo de este servicio llevó a solicitar la expansión del área en uso. En febrero de 1905 se solicitó postores para la ejecución de la obra de ensanche del segundo piso del inmueble por el lado que daba a la calle del Pescante (hoy cuadra 1 del jirón Camaná), conforme a los planos y presupuestos formulados por el arquitecto Félix Gautherot. Posteriormente, en 1906 se adquirieron las fincas colindantes por el lado derecho del correo, donde se instalaron provisionalmente las oficinas de venta de estampillas, encomiendas de la república y telégrafos. Ello sirvió para aliviar en algo la estrechez del local, pero su extensión pronto llegó a ser también deficiente. Luego, en 1917 se adquirió la finca de la calle de Palacio (hoy cuadra 1 del jirón De la Unión), el cual era colindante con el respaldo del edificio del correo, asimismo, se proyectó la apertura de un pasaje por la misma calle de Palacio que daría hacia la calle del Pescante. Pero hacia julio de 1919, dicha finca de la calle de Palacio solamente había sido demolida, convirtiéndose en un lugar de hacinamiento de desmontes.
En 1915 el ingeniero Miguel Rubio levantó un plano del inmueble, el cual lamentablemente no se ha conservado al día de hoy, pero sí la información que consignó. En él detallaba algunos aspectos de su construcción. En su informe indicaba que los muros eran de piedra labrada, ladrillos, adobe y telar; los pisos de tabla de 1 x 6, de mármol, mosaicos y losetas y los techos de tabla de 1 x 6 y cuartones de diversas dimensiones. Además, que la planta baja tenía treinta y cuatro habitaciones, vestíbulos, dos patios y una extensión de terreno en la esquina sin edificar, sin soslayar la presencia de pasadizos, retretes y cinco espacios paras otras tantas escaleras. En tanto que en la planta alta había cuarenta y ocho habitaciones, tres halls, once piezas pequeñas destinadas a retretes, baños, pasadizos, entre otros7.
Edificación del pasaje Carmen
La edificación del pasaje Carmen respondió a la necesidad de brindar un lugar más amplio y cómodo para el desarrollo de este servicio público que para inicios del siglo XX ya se había descentralizado con su aparición en varias partes del país (Cusco, Pasco, Abancay, Iquitos, Arequipa, Huancavelica, Piura, Ucayali, por mencionar algunos).
En los primeros meses de 1920, el arquitecto portugués Raúl María Pereyra entregó al gobierno peruano los planos de la propuesta de ensanche de las oficinas de correos y telégrafos y del pasaje que uniría las calles del Pescante y Palacio.
Precisamente, el 18 de febrero de 1920, el presidente Augusto B. Leguía visitó la casa del Correo con el objetivo de conocer personalmente el trazo del nuevo pasaje que fue proyectado por el gobierno anterior, el cual uniría las calles del Pescante y de Palacio. En el mes de abril, ante la creciente demanda de la población por el empleo del servicio del correo, el Sr. Federico Luna y Peralta, director de Correos y Telégrafos, presentó al Ministerio de Gobierno un proyecto de ley para que se realice el levantamiento de un empréstito por cien mil libras peruanas de oro, para que se destine a la reconstrucción y ensanche de las oficinas de Correos y Telégrafos. El proyecto, que luego se convertiría en la Ley Nº 4107 el 6 de mayo de 1920, también contemplaba la construcción de almacenes o tiendas en terrenos de la finca que recientemente habían sido adquiridos por el Estado peruano, entre las antiguas calles de Palacio y el Pescante, para ensanche de las oficinas de Correos y Telégrafos, y construcción de un pasaje que ponga en comunicación dichas calles. El área de ocupación del edificio era cerca de 4,000 metros cuadrados en sus tres pisos.
Inmediatamente después de haberse dado la ley Nº 4107 que autorizaba la contratación del empréstito, se dio comienzo a la obra. Los primeros trabajos estuvieron dirigidos por el mismo arquitecto Pereyra, quien empezó la labor cavando el sótano, llegando sólo hasta la mitad. La obra fue costosa, se invirtió la suma de 30,000 libras peruanas. En esas condiciones el ingeniero peruano Luis C. Razzeto contrató la prosecución de la obra con el gobierno, pero su labor no se limitó exclusivamente a la continuación de los trabajos, fue también uno de los más afamados gestores de la colocación de los bonos del empréstito ya nombrado. Logró agregar la suma de 70,000 libras peruanas, cantidad con la cual se llevó a término una obra de importancia para la ciudad. Por su parte, el ingeniero peruano Juvenal Monge, fue el superintendente de los trabajos.
El 22 de agosto de 1920, el gobierno peruano recién aprobó los estudios, planos y presupuestos que planteó el arquitecto Pereyra, pese a que los trabajos de excavación ya habían iniciado. Con el beneplácito del Estado, se procedió a buscar contratistas que realizasen las obras preliminares de apertura del pasaje que uniría las calles mencionadas. De esa forma, el 29 de agosto se iniciaron las obras de demolición para la apertura del pasaje.
En un primer momento se pensó tener acabada las obras de ensanche y del pasaje para el Centenario de la Independencia en julio de 1921. Por esa razón, el Estado brindó las facilidades requeridas. Pero hacia octubre de 1920, a menos de un año de llegar a la fecha de tal celebración, se vislumbraba que tal obra no llegaría. Se trató de apresurar algunos trabajos, como el traslado de las oficinas de correos y telégrafos que iban a ser cortadas. Es más, el 10 de abril de 1921 recién se llevó a cabo la ceremonia de colocación de la primera piedra en la obra de ensanche de la casa de correos y telégrafos. A tal acto concurrieron el presidente de la República, acompañado de una comisión compuesta por el director de Fomento, del miembro de la junta, a cuyo cargo corrió la obra del ensanche, el Sr. Enrique Zegarra, y del secretario general de correos y telégrafos, el Sr. Augusto Salazar. La ceremonia fue iniciada por el director general del ramo, Luna y Peralta. Al mes siguiente, mayo, William Slingo reemplazaría a Luna y Peralta en el cargo de director general de correos, telégrafos y radiotelégrafos del Perú.
Paralelo al ensanche del correo, el 1 de mayo de 1921, la compañía inglesa Marconi Wireless Telegraph Company, representada por Francisco L. Becerra, firmó con el Estado peruano un contrato de administración del ramo de los servicios de correos, también llamado servicio postal, telégrafos y radiocomunicación8, y que culminaría el 1 de mayo de 1942. La compañía tenía la obligación de que el Perú contara con excelentes servicios en estos ramos. Para ello, tomó como modelo el servicio postal inglés, del cual adoptó el nombramiento de visitadores con autoridad y experiencia a fin de que supervisen la marcha del servicio a las provincias. Para la época, Marconi gozaba de un renombre internacional, reflejo de ello eran las numerosas sucursales que tenía por el mundo. Fundada en 1898 por el senador G. Marconi, inventor del telégrafo sin hilos, su especialidad eran las actividades de radiotelegrafías y radiotelefónicas (Ugolotti, 1935).
Al costo total de la obra del ensanche y del pasaje, que fue de cien mil libras peruanas, se le tuvo que agregar el valor de las expropiaciones que fueron necesarios efectuar, alcanzando entonces la cantidad de ciento cincuenta mil libras peruanas. No obstante, con el objeto de que el pasaje tuviera un aspecto armónico y siendo imposible invertir una suma mayor del dinero antes señalado, se construyeron dos anexos por cuenta de los propietarios de los terrenos contiguos, anexos que vienen a formar un todo. El primer anexo, con frente a la calle de Palacio, que ocupaba un área de 799 metros cuadrados en sus dos pisos, fue de propiedad del Sr. Juan Pedro Aliaga, el cual entregó la ejecución de la obra al ingeniero Razzeto. El anexo segundo que era de propiedad del doctor Miguel Solari Checa, con frente a la calle del Pescante, y que ocupaba una extensión de 1,200 metros cuadrados, incluyendo un sótano de setenta metros cuadrados. Esto último sería ocupado por la Compañía Recaudadora de Impuestos y con tal fin se construyó ex profesamente en forma tal que en un gran salón se hallasen reunidas todas las secciones de la mencionada compañía, una oficina especial para la gerencia y una serie de departamentos absolutamente cómodos, ventilados y con luz natural. El segundo piso de esta sección fue destinado para el Estanco de Alcohol y el Telégrafo, una de las ramificaciones de la Recaudadora. En tanto que el anexo de propiedad del Sr. Aliaga, lo constituyeron tiendas lujosamente construidas, las mismas que se dedicarían a ventas u oficinas comerciales. En pocas palabras, el pasaje estaba conformado por dos pisos y un sótano.
Para que las obras avancen con la celeridad requerida, algunas oficinas del correo tuvieron que desalojar y mudarse a otro lado. Por ejemplo, en agosto de 1922 se arrendó al convento de Santo Domingo cuatro tiendas, por dos años, tiempo que se estimó que tardaría el proceso de demolición y reconstrucción.
Diseño arquitectónico del inmueble
En relación con la arquitectura del pasaje Carmen, es de resaltar que originalmente poseyó una cúpula de vidrio catedral. Esta cúpula ocupó un área de 1,340 metros cuadrados. En esa misma línea, la parte superior del pasaje estaba cubierto por una estructura metálica en forma de bóveda. Por su parte, el sótano del pasaje ocupó una enorme extensión, construido de acuerdo con las necesidades de la Sección de Encomiendas Internacionales para que fuera empleado como almacén de depósito, en el cual cada sección correspondía a un país. El techo del sótano ostentaba una estructura de losa de concreto armado y fierro. En total había dos sótanos, uno en cada ala del edificio.
La primera planta del pasaje fue para oficinas de alquiler, con cuyo producto se atendería el pago de intereses y amortizaciones de los bonos del empréstito. Las oficinas eran hermosas, bien ventiladas, extensas y elegantes. El segundo piso, por su lado, fue ocupado totalmente por el Telégrafo. En una sala se colocarían los aparatos más modernos destinados al servicio público. El pasaje tenía un ensanche de planta rectangular en el centro, que daba acceso a las escaleras que permitían dirigirse al segundo nivel, su extensión era de ciento veinte metros.
El cedro que se empleó en la construcción de las puertas y ventanas del pasaje fue nacional, el mármol utilizado en la pavimentación de todo el pasaje, al igual que las escaleras que están en la entrada, ya sea por el lado del Pescante o de Palacio, fueron de los que explotaba la Compañía Peruana de Mármoles. Cabe indicar, que la parte artístico-escultórica, corrió a cargo del Sr. Luis Alberto Rosas.
La empresa “La Edison” tuvo el encargo de efectuar las instalaciones eléctricas. En el pasaje se presenciaba no menos de doscientos focos de diferente cantidad de bujías, colocados en braquetes de bronce y cristal, que hacían que el lugar se presente muy bien iluminado.
En marzo de 1924, próximo a las fiestas patrias del mes de julio, el Estado autorizó a la administración general del correo la impresión de estampillas con el busto de personajes que tuvieron participación en la gesta de la independencia en 1821. Para tal cometido recayó en la American Bank Note Company de Nueva York el trabajo de imprimir estampillas con los bustos de Mariano Melgar, de Iturregui, de José Olaya, de Mariano Parado de Bellido, del mismo presidente Augusto B. Leguía, entre otros.
Luego de varios años de trabajo, el jueves 27 de noviembre de 1924 a las doce de la mañana se realizó la solemne inauguración de esta importante obra, se trataba del pasaje correo o también llamado pasaje Carmen, en homenaje a la madre del presidente Augusto B. Leguía9. La inauguración del pasaje llamó la atención de los limeños, en gran medida porque se realizó en silencio, muy pocas personas que transitaban por el lugar se percataron de ello. Pese a la inauguración, el pasaje recién empezaría a ser ocupado diez días después, según mandato del presidente de la República, a fin de que todo visitante pueda conocer hasta el último rincón de este lugar y apreciar su magnitud arquitectónica. Inmediatamente después de inaugurado la obra, se empezaron a arrendar algunas de las tiendas que se encontraban libres en el primer nivel. Es de esa forma que en el pasaje se instalaría negocios como peluquería, café, joyería, entre otros.
Es importante señalar que el ensanche y pasaje del Correo Central formó parte de las varias obras impulsadas por el gobierno con motivo del centenario de la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1924). El local de la Escuela Nacional de Bellas Artes, los salones del Palacio de Gobierno reconstruidos, luego del incendio que sufriera meses antes, la cripta de los héroes que cayeron durante la campaña libertaria, el Gran Hotel Bolívar, son algunas muestras de la etapa de modernidad por el que estaba pasando la ciudad de Lima (ver Figuras 2, 3, 4, 5 y 6).
Casi un año después de la inauguración del pasaje, el 24 de setiembre de 1925 se procedió a homenajear la memoria de la Sra. Carmen Salcedo de Leguía, madre del presidente de la República. Para la ocasión se colocó en dicho pasaje una placa de bronce con su busto.
Con la inauguración del pasaje Carmen no terminaron los trabajos en la antigua casa de Correos. En los siguientes años se siguió laborando en una sección del edificio a causa del problema que aquejaba desde el siglo pasado, la falta de espacio, el cual dificultaba el desarrollo de los servicios. Dichas labores se centraban en el ensanche anexo al pasaje10. Precisamente en mayo de 1926 la compañía Marconi, por medio de un contrato firmado con el Estado, se comprometió en proporcionar la suma de 70.000.0.00 libras peruanas con el objeto de terminar la obra del ensanche. La Foundation Company estuvo encargada de la obra.
En el mes de junio los trabajos se reanudaron. En ese mismo mes se aprobó la propuesta hecha por la firma José M. León e hijo para la colocación y montaje de una escultura que se erigiría en el pasaje, cuyo costo ascendía a 100.0.00 libras peruanas (ver Figura 7).
El ensanche del Correo Central permitió ofrecer mayores comodidades tanto para las instalaciones de las distintas oficinas como para atender mejor al público que diariamente y por la naturaleza de ese servicio, acudía a éste edificio. Además, para entonces ya se había establecido en varias partes de la ciudad sucursales, las cuales atendían el servicio general del ramo de la misma manera y en igual forma que en la oficina central11.
En octubre de 1927 la compañía Marconi recibió el beneplácito del gobierno para ejecutar determinadas obras de refacción y reconstrucción del antiguo local de correos, a fin de que se armonice el estado en que se hallaba con la parte del ensanche que estaba por culminar. Para estos trabajos Marconi debió de proporcionar los fondos necesarios. En febrero del año siguiente esos fondos debieron de incrementarse debido al costo que significaría la instalación de una segunda farola en el patio principal del edificio.
El gobierno de Leguía fue uno de los más largos que tuvo el Perú republicano, once años. El mismo que se hubiera prolongado si no hubiese sido por el duro golpe económico que tuvo que afrontar como consecuencia del colapso de la bolsa de valores de Estados Unidos en 1929. Ese hecho sin igual originó una crisis económica que se evidenció en la falta de empleo, “caída de las exportaciones, cancelación de la ejecución de obras públicas, el corte de los préstamos extranjeros, entre otros” (Klarén, 2004, p. 302). Esta situación llevó a que un sector militar liderado por el teniente coronel Luis Sánchez Cerro lo apresara el 25 de agosto de 1930, dándose así un golpe de estado.
A los pocos días se instaló un gobierno militar, siendo el mismo Sánchez Cerro el jefe de dicha junta. Inmediatamente el nuevo presidente aplicó medidas que en el fondo eran un ataque a las establecidas por su antecesor. El 11 de setiembre de 1930, la Junta de Gobierno decretó la prohibición de dar “nombre de personas que existan a ninguna población, calle, ni edificios públicos ni se erigirán monumentos a los hombres en vida”12. El decreto especificaba que ninguna región, ciudad, pueblo, ruta, plaza, edificio público o monumento debía de llevar el nombre de persona que se encontrara viva. Además, y ahí la mención indirecta al pasaje Carmen, que a partir de esa fecha se iniciaría a cambiar aquellas que fueron inauguradas con nombre propio, por uno que aluda a nombres geográficos nativos, de héroes, de algún personaje de notoria figuración en la historia peruana con virtudes cívicas o militares. A finales de 1930 el pasaje dejó el nombre de Carmen para pasar a ser llamado Piura13. Antes de este cambio, en el mes de octubre, se dispuso la utilización del bronce de dos placas para que sean utilizadas en la ejecución de obras de arte. La noticia habría pasado desapercibida sino hubiera sido por el hecho de que una de estas placas era justamente la que en 1925 se había colocado en el pasaje Carmen en honor a la madre del expresidente Leguía. La placa se entregó al taller de fundición artística.
Luego de estos acontecimientos, en junio de 1931 la alcaldía de Lima impulsó la organización del Museo Postal Filatélico, cuya función fue la compilación de datos y antecedentes para formar la historia postal nacional para las próximas fiestas patrias que estaban por celebrarse. La iniciativa contó con el apoyo de la Junta Nacional de Gobierno, que en ese mismo mes decretó que se ponga a la venta, dentro del mismo local de la Exposición Filatélica, quinientas mil estampillas conmemorativas a dicho acontecimiento14.
El Correo de Lima, como elemento integrante de la ciudad, formó parte del progreso y cambios que durante el siglo XX se dieron. Y no solo ello, en ocasiones también se vio envuelto en hechos políticos ajenos a su quehacer diario. El primer lustro de la década del 30 fue un periodo que se caracterizó por el tenso enfrentamiento político entre el gobierno de turno, del militar Óscar R. Benavides, y los partidos políticos APRA y Unión Revolucionaria (Candela, 2010). Esta polarización se reflejó en revueltas, levantamientos y estallidos. Exactamente el miércoles 30 de enero de 1935, un poco antes de las cuatro de la tarde, estalló una bomba de dinamita en el pasaje Piura, causando daños en la estructura arquitectónica del inmueble como a los cristales de la farola del techo. El acontecimiento se atribuyó a los apristas que por entonces rechazaban que el gobierno haya estado postergando la realización de elecciones parlamentarias. La bomba fue colocada en la escalera del lado derecho del pasaje15.
Más allá de lo acaecido, en esta época el pasaje Piura era uno de los lugares más concurridos del Centro de Lima, personas iban y venían por esta parte de la ciudad. Sin embargo, a un poco más de una década de haber sido inaugurado, estaba empezando a representar un verdadero riesgo. Como ya se ha indicado, el piso de este pasaje estaba compuesto de material de vidrio en forma rectangular, un material que a comienzos de 1938 estaba siendo retirado de su base para luego ser reemplazados por maderos de la misma forma. No obstante, estos maderos también estaban siendo sacados, ocasionando la aparición de agujeros que dejaban ver el sótano. Esta situación generó, por un lado, un peligro para los transeúntes y, por otro lado, un daño al ornato del pasaje (ver Figura 8).
Para mediados del siglo XX los agujeros serían tapados, aunque no durarían mucho. Al poco tiempo nuevamente serían abiertos, quedando lo que actualmente se observa al transitar por el lugar.
Declaración de monumento histórico y su devenir en las últimas décadas
Hacia la década de 1960 el servicio de Correos y Telégrafos pasó por una crisis interna. El Estado peruano en vez de obtener réditos económicos de este servicio, por el contrario, solo obtenía pérdidas. Esta situación se basaba en cuatro causas: un local anticuado, pésima organización burocrática, anarquía tarifaria y la ausencia de una dirección técnica. Centrándonos en la primera causa, el viejo edificio de correos ya era totalmente inadecuado para sus propios fines, las condiciones estructurales eran verdaderamente difíciles para los trabajadores. Por ese motivo, un primer paso para la reorganización de este servicio era la construcción de un edificio acorde a los fines que cumplía. En noviembre de 1961 surgió la propuesta de demoler el edificio del correo y levantar sobre su base otro que poseería catorce pisos, sin contar los dos sótanos que serían utilizados para las plataformas de embarque y desembarque de valijas, elevadores de carga, bandas de transmisión y amplios salones para la apertura, clasificación y distribución de la correspondencia. En tanto que el primer piso se emplearía para la atención del público, mientras que en el segundo piso habría una gran terraza de lunas, donde funcionaria una cafetería. Los restantes pisos serían para los servicios administrativos, biblioteca, la Escuela de Comunicaciones, aulas y salas de lectura, etc. El edificio tendría tres frentes, el principal daría hacia el malecón de Santa Rosa y los restantes hacia las calles Pescante y del Correo. Para llevar a cabo el proyecto se invertiría alrededor de ochenta millones de soles16.
En el mismo mes de noviembre se difundió el pronunciamiento formal de la Junta Deliberante Metropolitana de Monumentos Históricos acerca del proyectado edificio para el correo. En el pronunciamiento se fue claro que no se podía llevar a cabo el proyecto porque rompería la unidad que se trataba de conservar en la zona céntrica de Lima declarada como intangible. Sin soslayar las razones arquitectónicas, de ornato, históricas y artísticas en relación con el ambiente y los edificios adyacentes, tales como el Palacio de Gobierno, el Palacio Municipal, la casa Aliaga, la casa Oquendo, la plazuela de Santo Domingo, la misma iglesia Santo Domingo cuya torre quedaría disminuida de visibilidad, en general todo el aspecto de la Lima antigua de este sector.
Pocos años después, en 1964, se presentó otro proyecto para edificar un nuevo edificio, esta vez ya no en el mismo lugar, sino ahora ubicado en un sitio donde la congestión del tránsito no sea tan grande como el del Centro de Lima. Con lo cual, su actual terreno podía ser empleado como elemento de financiación. El nuevo edificio de correos se ubicaría en el actual Centro Cívico, sobre los terrenos de la vieja penitenciaría de Lima. Pero a pesar de que esta iniciativa fue vista con buenos ojos, no llegó a concretarse (ver Figura 9).
El 28 de diciembre de 1972 el Instituto Nacional de Cultura declaró al antiguo Correo y Telégrafo de Lima monumento histórico por medio de la Resolución Suprema Nº 2900, en reconocimiento de su calidad arquitectónica. La declaración consideraba a toda el área que lo conformaba.
No se conoce exactamente la fecha en que empezaron a desaparecer los antiguos vitrales de la parte central del techo del pasaje Piura. Hacia marzo de 1974 solo quedaba la armazón de fierro y madera que con el transcurrir del tiempo se habían debilitado tanto que constituía un verdadero peligro para el público que pasaba por el lugar. En vista de ello, se inició el desmantelamiento de dicha estructura de manera progresiva. En el mes siguiente se retiraron del Correo Central las farolas correspondientes al primer y segundo patio (ver Figura 10).
El patio del Correo Central de Lima fue un espacio donde también iban las personas filatelistas a intercambiar estampillas. A comienzos de 1975, niños, jóvenes, religiosos, militares, profesionales, hombres y mujeres en general de toda condición y edad hicieron canjes y transacciones de estampillas de gran valor. Los sellos más codiciados eran los que aludían a los países árabes. Llamaron la atención las finas estampillas tridimensionales de países como Bhutan (Asia) y Sultanato Independiente de la Costa de los Piratas o Ajman, cuyos diseños eran de lujo. Los filatelistas intercambiaron raros ejemplares de todo tipo. Además, que en la misma Dirección de Correos y Telégrafos se podía adquirir las últimas colecciones de estampillas peruanas. Este canje de estampillas era una actividad que se realizaba todos los años, cuya organización estaba en manos de la Asociación Filatélica Peruana en coordinación con el Comité Coordinador integrado por asesores de la Dirección de Correos.
En 1996 se realiza un levantamiento catastral de inmuebles del Centro Histórico de Lima, entre ellos el Correo Central. En dicho levantamiento se reconoció que el área de terreno que ocupaba era de 11.436.91, mientras que el área de construcción fue de 17.876.35, y estando compuesto de 16 predios (ver Figuras 11 y 12).
A principios del siglo XXI se dieron algunos cambios sustanciales en el inmueble de estudio. En julio del 2005 el fondo colonial del Archivo General de la Nación, que hasta entonces se ubicaba en el sótano del Palacio de Justicia, fue trasladado a una sección del Correo Central de Lima. La necesidad de contar con mayor espacio, iluminación y un equipamiento adecuado llevó al Estado peruano a tomar esta decisión por el bien de la conservación del patrimonio documental del país. A la par, el correo también cobijaría a las oficinas administrativas. Seis años después, puntualmente el 24 de marzo del 2011, se inauguró en una parte del edificio la Casa de la Gastronomía Peruana, que en realidad fue un museo. Para la inauguración el museo contó con cuatro ambientes para acceso al público: la sala permanente, la sala temporal, la sala de audiovisuales y la sala del pisco. En el caso del primero, la sala permanente, se conocería la importancia de la alimentación en las culturas precolombinas, cómo ésta se manifestaba en ceramios diversos y también reproducciones de cultivos nativos y emblemáticos. De la misma manera, el museo contó con trece ambientes, diez para exposición y tres complementarios (ver Figuras 13, 14 y 15).
Conclusiones
Es de valorar que el edificio del Correo se conserve hasta el día de hoy, recordemos que tiene más de un centenario de existencia. En ese transcurso tuvo algunos vaivenes que atentaron contra su integridad arquitectónica. El mismo hecho de su inauguración en 1897 fue el resultado de un proceso lento que debió de efectuarse antes, la voluntad política llegó a ser una de las causas que lo impidió.
Lima a principios del siglo XX tuvo un creciente desarrollo urbano, acompañado de mayores necesidades. Una de esas mayores necesidades era el servicio del correo y telégrafo. El local se volvió insuficiente, la parte administrativa empezó a superar al espacio con que se contaba, era preciso ampliarlo. Para llegar a esa ampliación nuevamente se pasó por un proceso de varios años hasta 1924, fecha en que el presidente Augusto B. Leguía daba conocer al mundo el pasaje Carmen. El pasaje es una de las tantas obras públicas inauguradas en el contexto de la celebración del Centenario de la batalla de Ayacucho. La calidad arquitectónica estuvo fuera de debate. Los dos atlantes en la portada hacia el lado del jirón De la Unión eran verdaderas obras de arte. Lastimosamente no han sobrevivido a los embates del tiempo.
Los años 1897 y 1924 son dos hitos en el progreso del servicio del correo y telégrafo en el Perú. Lo que vino después está enmarcado en una serie de hechos que jugaron en contra de su preservación, como el atentado en el pasaje en 1935, el patrimonio resultó siendo el daño colateral de las diferencias políticas de la época. De esa fecha hacia adelante paulatinamente se ejecutaron cambios en el Correo que le restaron valor arquitectónico. Aunque su declaración como monumento nacional en 1972 fue el respaldo legal que se necesitaba para asegurar su preservación e intangibilidad.
El Correo Central de Lima es uno de los pocos monumentos que continúa ejerciendo su función original con que fue edificado. La presencia de la empresa SERPOST (Servicio Postales de Lima), que se encarga en la actualidad de la administración de postales en todas sus modalidades en el país, es muestra de ello.
Finalmente, este bien patrimonial edificado posee los elementos necesarios para que sea valorado per se, su diseño arquitectónico y su historia bastan para ese cometido. Y si bien nunca ha sido parte de un proyecto integral de restauración y puesta en valor, más allá de intervenciones hechas para darle estabilidad, todavía conserva parte de los estilos artísticos con que fue construido.
Referencias
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1. El Peruano. Lima, miércoles 14 de mayo 1845. Número 40, tomo XIII.
2. El Peruano. Lima, sábado 17 de mayo 1845. Número 41, tomo XIII.
3. En total el inmueble en estudio estuvo constituido por la reunión de seis propiedades adquiridas por el Estado, las mismas que fueron demolidas en gran parte para que sobre su base se edificara el Correo y Telégrafo de Lima.
4. Durante el tiempo que duraron los trabajos las oficinas fueron trasladadas a una casa solariega alquilada en la calle Matavilela (hoy cuadra 3 del jirón Conde de Superunda). El Comercio. Viernes 18 de enero 1935.
5. Memoria de la dirección general de Correos y Telégrafos, 1897-1898.
6. El País. Sábado 1 de enero 1898.
7. Boletín Postal y Telegráfico. Lima, diciembre 1915.
8. Boletín Postal y Telegráfico. Lima, 30 de junio 1923. Año XX, número 247.
9. La Crónica. Viernes 28 de noviembre 1924. Año XII, número 5466. Debido a la composición arquitectónica que presentaba el pasaje muchos la semejaban a la famosa galería Vittorio Emanuele II ubicada en Milán.
10. Boletín Postal y Telegráfico. Lima, 30 de junio 1926. Año XXIII, número 265. La tarde del 30 de enero de 1926 corrió la noticia que el pasaje Carmen se quemaba a causa de un incendio que se produjo en una de las tiendas ubicada en el primer piso. Afortunadamente no pasó mucho tiempo para que distintas compañías de bomberos se presentasen, logrando sofocar el fuego luego de algunos momentos.
11. Almanaque de El Comercio. Lima, 1931, año XL.
12. Boletín Postal y Telegráfico. Lima, 31 de octubre 1930. Año XXVII, número 291.
13. El 5 de diciembre de 1930 el presidente Sánchez Cerro realizó una visita inopinada al local del correo, con el fin de recabar información acerca de las mejoras que se necesitaban introducir. El Comercio. Viernes 5 de diciembre 1930.
14. Para la celebración del IV Centenario de la fundación de Lima, 18 de enero 1935, se mandó imprimir estampillas conmemorativas, las cuales se vendieron en menos de cinco días. El Comercio. Viernes 25 de enero 1935.
15. El Comercio. Miércoles 30 de enero 1935. Por motivo de espacio este acaecimiento no será desarrollado con más profundidad. Solo se agregará que en los días siguientes siguieron publicándose notas acerca del estallido en el pasaje Piura con el fin de conocerse a sus autores.
16. El Comercio. Lunes 20 de noviembre 1961.
Figura 1. Imagen del antiguo Correo y Telégrafo de Lima a inicios del siglo XX Archivo del Instituto Riva Agüero (IRA), 2019.
Figura 2. Vista de la portada del pasaje Carmen hacia el lado del jirón De la Unión (noviembre 1924. En Ciudad y Campo y Caminos. Número 4, enero 1925.
Figura 3. Vista del pasaje Carmen (noviembre 1924). En Ciudad y Campo y Caminos. Número 4, enero 1925.
Figura 4. Vista del sótano del pasaje Carmen (noviembre 1924). En Ciudad y Campo y Caminos. Número 4, enero 1925.
Figura 5. Vista de la entrada al pasaje Carmen, hacia el lado del jirón De la Unión (noviembre 1924). En Mundial. Año V, número 237, 28 noviembre 1924.
Figura 6.Transporte empleado por la compañía Marconi Wireless Telegraph Company (1924). En El Perú actual y las colonias extranjeras. La realidad actual y el extranjero en el Perú a través de cien años, 1821-1921 (p. 120), por E. Centurión Herrera, 1924, Bergamo, Italia: Instituto italiano d´ Arti Grafiche.
Figura 7. Vista de los trabajos que se ejecutaban en el techo del antiguo Correo (noviembre 1926). En Ciudad y Campo y Caminos. Número 23, noviembre de1926.
Figura 8. . Imagen del agujero en el pasaje Piura (1938). El Comercio, 22 de abril 1938..
Figura 9. Imagen del proyecto del nuevo edificio de correo, 1964 (lado izquierdo). El Comercio, 2 de mayo 1964.
Figura 10. Vista de la parte central del techo del pasaje Piura. El Comercio, sábado 16 de marzo 1974.
Figura 11. Vista del inmueble hacia el lado del jirón Conde de Superunda. Archivo del Programa Municipal de Recuperación del Centro Histórico de Lima (PROLIMA), 1996.
Figura 12. Plano de las unidades inmobiliarias de la manzana donde se ubica el Correo Central de Lima. Archivo del Programa Municipal de Recuperación del Centro Histórico de Lima (PROLIMA), 1996.
Figura 13. Aerofotografía del área donde se ubica el edificio del Correo Central de Lima. Google Earth, setiembre 2019.
Figura 14. Fachada del inmueble, hacia el lado del jirón Conde de Superunda, setiembre 2019. Archivo fotográfico del autor, 2019.
Figura 15. Fachada del inmueble hacia el lado del jirón De la Unión, setiembre 2019. Archivo fotográfico del autor, 2019.