Luis Takahashi Sato
Arquitecto por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) e ingeniero forestal por la Universidad Nacional Agraria de La Molina (UNALM). Sus áreas de especialización son las siguientes: usos de la madera en la construcción, manufactura y protección de la madera, y planeamiento y diseño de industrias forestales. Docente en la Facultad de Arquitectura de la UNI y en la Facultad de Ciencias Forestales de la UNALM. Investigador en el Instituto de Investigaciones Forestales de la UNALM y en el Instituto de Investigación Tecnológica Industrial y de Normas Técnica (Itintec). Ha publicado notables textos, como “La realidad es- colar del Perú” (Huancavelica, 1963); “Estudios comparativos de uniones clavadas y encoladas-clavadas de quinilla colorada (Humiriastrum excelsum D)”, en Anales Científicos de la UNALM (Lima, 1968); “El potencial maderero y la ecología de los bosques amazónicos de Perú”, en Ensayo. Revista de arquitectura, urbanismo y territorio, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) (Lima, 2015); “El desafío del arquitecto en la protección de los bosques del Perú”, en Revista Forestal del Perú, de la UNALM (Lima, 2020). Su importante trayectoria ha sido visibilizada en la conferencia “Luis Takahashi Sato. Madera. Construir en el Perú” del ciclo “arquitectura.paisajismo.urbanismo contemporáneos” dirigido por el Dr. Manuel Cuadra, en marzo de 2022 (PUCP) y la exposición Takahashi. Construir en Madera en el Perú entre noviembre de 2024 y marzo de 2025 (PUCP- Museo de Arte de Lima)
devenir vol. 12, n°24, jUlio - diciembre 2025, pp. 175-181 - entrevista issn 2312-7562 e-issn 2616-4949 Universidad nacional de ingeniería, lima
doi: https://doi.org/10.21754/devenir.v12i24.2814
Nombre del entrevistado: Luis Takahashi Sato Fecha: 15 de enero de 2024
Elaborada sobre la base de la entrevista desarrollada por José Carlos Hayakawa Casas y Fernando Vela Cossío, con el apoyo en la transcripción de la Srta. Arianna Rodriguez Hiramine
LT: Bueno, realmente el término es novedoso para mí, porque no había pensado en algo al respecto. Efectivamente, después de mi promoción hubo una buena cantidad de nikkeis que han estudiado y están trabajando en arquitectura. Antes de mí, creo que había tres o cuatro nada más, hasta don- de supe. Prácticamente no habían ejercido la profesión de una manera clara. Pero no he podido detectar ninguna particularidad en su trabajo arquitectónico. En todo caso, en mi trabajo personal la única influencia pudo ser que me interesaba trabajar con madera, con una idea de que la ar- quitectura en Japón es básicamente con madera. Entonces, de alguna manera, cuando empecé a estudiar influyó ese concepto, porque además cuando yo estuve en el colegio uno de mis hobbies era la carpintería... en la Gran Unidad Escolar San Ramón de Tarma. Porque yo nací en La Oroya, pero por los problemas de la Segunda Guerra Mundial mi familia se trasladó a Tarma. Entonces entre los 4 y los 15 años, que estuve en primaria y secundaria, estudié y viví en Tarma... Mis dos padres eran ciudadanos japoneses y vinieron mucho antes de la guerra. Mi padre vino a los 17 años, así que la mayor parte de su vida la pasó en el Perú, ¿no?
Claro, claro. Ellos vinieron mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. Bueno, mi padre vino a los 17 años, así que la mayor parte de su vida la pasó en el Perú, ¿no? Entonces yo tenía esa afición.
No. Eran de Miyagi, al norte de Sendai, una pequeña ciudad al norte, a una hora de Sendai. Los dos eran de ahí, de la misma zona. Como decía, mi interés en trabajar madera era porque yo tuve un problema médico que me tuvo en cama mucho tiempo. Toda la primaria, 4 años. Inmóvil. Y un entretenimiento que tuve —fue mi madre quien lo consiguió de alguna manera, alguien le dio el dato— fue el armado de aeromodelos en madera balsa. Se vendían acá en Lima, para armar, y eran importados. Entonces yo me dediqué a armar esos modelos o dise- ñar aviones, cosas por el estilo en madera. En la secundaria, cuando estuve yendo al colegio, este tenía un buen taller de carpintería. Y me dediqué a hacer un buen trabajo allí: fabricar muebles, cosas por el estilo. Por esa razón, cuando estuve en tercero de facultad, un amigo de una familia amiga de la mía en Tarma se enteró que yo estaba estudiando arquitectura y me pidió que le diseñe su casa o la estructura de su casa. Entonces a mí se me ocurrió hacerlo en lo posible de prefabricado de madera. Lo prefabriqué acá en Lima, la mitad, y la primera parte era la parte externa, era de ladrillo. Y en un fin de semana lo llevé y lo armé allá. Pues, ahí yo ya conocía en ese momento cómo trabajar con madera, así que para mí no fue muy complicado el asunto. Me interesó trabajar con madera. Me pareció muy fácil construir una casa con madera, más fácil que hacer un mueble. Cuando luego terminé la facultad, la primera casa que construí fue para una familia en Huaral, que casualmente a través de mi hermano que estudiaba en la Universidad Nacional Agraria La Molina, se enteraron que yo era arquitecto.
No. A ver. En primer lugar, en esa época, el Perú no explotaba su madera de los bosques amazónicos. Prácticamente toda la madera era importada en esa época. Yo ingresé a la Universidad Nacional de Ingeniería con la intención de estudiar Ingeniería Mecánica porque quería diseñar aviones, como lo había hecho de joven y de niño. Cuando ingresé, fui a la Facultad de Ingeniería Mecánica y dije que
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quería estudiar diseño. Ellos me dijeron que en esa facultad no había nada de diseño, porque ense- ñaban mecánica para mantenimiento de máquina y no para diseño. Y me dijeron: si usted quiere diseñar, váyase a Arquitectura. Y allí me dijeron que sí, pero tiene que dar un examen de aptitud, el cual era al día siguiente. Yo no tenía ninguna idea al respecto. Di el examen. Todos los demás postu- lantes se habían preparado, pero yo caí de sorpresa ahí. La verdad que no sé cómo pasé, pero pasé el examen y empecé a estudiar arquitectura. Los dos primeros años de la facultad tuve muchos proble- mas con los profesores, porque yo siempre me he preocupado en idear cosas que se pueden hacer, efectivamente, no solamente dibujar. Para mí el tema era: si quiero hacer esto, necesito saber cómo se puede hacer. Entonces, en mi proyecto de los cursos de arquitectura, en taller especialmente, me preocupaba ese tema más que la calidad estética o las otras particularidades del diseño. Los profeso- res no estaban de acuerdo con eso. Me acuerdo que uno de ellos me dijo, vete de acá y vete al frente que está Ingeniería Civil. Prácticamente, casi me expulsa de la facultad por preocuparme de cómo se construye. Pero yo le digo, pero ¿cómo voy a diseñar algo que no se puede construir? Siempre me ha preocupado ese tema. Por eso yo y dos compañeros más —nadie más de toda la promoción— nos interesaba o entendíamos los cursos de estructuras o diseños, o cálculo o cosas por el estilo.
Entonces, toda mi carrera, todos mis estudios estaban orientados a cómo hacer las cosas. Bueno, finalmente entendí cuando estaba en el segundo año de la facultad, que tuve que repetir el curso de diseño, porque mi profesor no me aceptaba mis planteamientos. Ya después de eso, los años posteriores entendí cuál era el problema, así que ya le daba más peso a los otros aspectos y tenía que olvidarme un poco de cómo hacer las cosas. Pero en mi práctica profesional siempre me he pre- ocupado de eso, por eso en los 10 primeros años después de dejar la facultad hice construcciones, diseñé construcciones y construí personalmente en ladrillo y cemento, salvo la primera que construí en Huaral, de esa familia japonesa, que fue una combinación de madera con concreto. En una época en la que los arquitectos no construían en absoluto, todas mis construcciones en los primeros años fueron construidas por mí. Y ya después de 10 años, cuando encontré que no podía construir cosas con madera, porque los carpinteros no entendían o no podían hacer lo que me interesaba, decidí poner mi propio taller. Y ya para ese momento yo había estudiado Ingeniería Forestal.
Claro. Porque cuando estaba haciendo la casa de Huaral, mi hermano estudiaba en la UNALM y en una reunión que hubo ahí con el hijo del propietario, que también estudió en la UNALM, comen- taron que allí estaban creando una Facultad de Ingeniería Forestal. A mí me interesaba mucho la madera y dije: “voy a ampliar mi conocimiento académico sobre el tema”. Así, estudié Ingeniería Forestal durante 3 años, y luego enseñé un par de años más, aunque en realidad enseñé 5 años ahí porque en el curso, como había estudiado Arquitectura, me encargaron también que dictara cursos que tenían que ver con construcción. Y durante 5 años estuve metido ahí como profesor de la Facultad de Ciencias Forestales entre un montón de cursos de diferentes campos porque la facultad que se creó fue por una misión de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), por la cual vinieron una docena de profesores del extranjero. Yo tuve un profesor, mi asesor de tesis, que era un americano, una eminencia en el tema, y con él hicimos varias construcciones. Para empezar, construimos mi facultad en la UNALM. Y dejé la facultad de forestales por un conflicto que tuve con el decano, porque mientras estaba trabajando ahí como profesor nombrado la FAO me otorgó una beca para hacer una maestría en Inglaterra sobre cons- trucciones de madera. Entonces mi beca era por 2 años. El presupuesto lo dividieron y me dejaron sin beca. Entonces, yo, por una herencia a respeto de mi padre, no me quise pelear, así que me fui a buscar al asesor legal de la UNALM para renunciar a mi nombramiento de profesor.
Esa fue mi historia como profesor de Ingeniería Forestal, porque soy el primer titulado de Ingenie- ría Forestal en el tema industrial acá en el Perú. A parte de ser, creo, el primer nisei egresado como profesor en La Molina, porque el expresidente Fujimori ingresó como profesor después de mí. En realidad, me hubiera gustado continuar enseñando ahí, pero posteriormente hice un poco de do- cencia en la UNI también como jefe de prácticas en el curso de estructuras durante un par de años, con el Ing. Roberto Machicao.
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A ver. En todo el tiempo, después de terminar de estudiar, cuando me he dedicado al tema de la madera, solamente dos veces en los últimos 50 años he ejercido como ingeniero forestal. So- lamente para dos problemas muy específicos que me contrataron para resolver problemas de madera, desde el punto de vista tecnológico de la madera. En todos los demás casos, mis cono- cimientos se han referido a cómo usar madera en construcciones, en estructuras. Esa ha sido mi carrera. Los primeros 15 años trabajé contra el Reglamento de Construcciones del Perú.
Estaba prohibido construir con madera. Estuve metido en el anterior Indecopi. En el Itintec estu- ve metido casi 10 años para cambiar el capítulo referido a madera en el Reglamento de Construc- ción. Hasta que finalmente se aceptó que la construcción de madera también era lícita.
Al contrario. Las únicas construcciones que soportaron sismos anteriores fueron las construccio- nes de madera. La Facultad de Ciencias Forestales es el único edificio que quedó en pie durante los tres sismos fuertes que hubo en 1967, 1970 y 1974. Todo el resto de la UNALM, que era de concreto, se fue abajo. La única facultad donde no se rompió un vidrio fue la que habíamos construido para las aulas y laboratorios. Eso no tiene nada que ver. Estaba prohibido porque los ingenieros y los arquitectos de aquella época pensaban que la madera era un material innoble.
Que no servía. Era para la gente pobre que hacía construcciones precarias. Nada más. Hasta hace 3 años, el actual Reglamento de Construcciones que permite construir con madera prohibía construir con madera en universidades. Yo me enteré de eso porque el decano de Ciencias Forestales me bus- có un día porque quería construir la nueva facultad en madera, en un terreno nuevo. Y le informaron que no se podía hacer porque el reglamento lo prohibía, porque, según el Reglamento de Construc- ciones, las universidades servían de refugio en caso de sismo y, por lo tanto, las construcciones de madera eran peligrosas. Yo armé un gran escándalo. No sé si de alguna manera influyó, que finalmen- te eliminaron esa prohibición. Actualmente está aceptado. ¿Cómo es posible? Pero la mentalidad de la gente hasta el día de hoy es que la madera es para la gente pobre. Los primeros 20 años de mi ejercicio profesional yo traté de introducir la madera en las construcciones sociales, pero no resultó. Una de las objeciones que había era que en la época del terrorismo se decía que “en mi casa de ma- dera, un terruco viene y mete un balazo a la pared y no me defiende”. Entonces nada que ver con la madera. Tanto así que mis operarios que trabajaban conmigo construyendo cosas de madera, cuan- do hicieron sus casas en Villa El Salvador, todos las hicieron de ladrillo. Porque había esa mentalidad. Porque los ingenieros y arquitectos seguían hablando del tema del material noble hasta el día de hoy. ¡Es increíble! Ese término cómo se ha metido en toda la sociedad y cómo influye, porque usted va a Iquitos, a Pucallpa, a cualquier lugar de la selva, donde está rodeado de madera y la gente quiere construir con el concreto y el ladrillo, ¡en medio del bosque! En medio del bosque construyen con concreto armado. Les cuesta cinco veces más caro que construir en la ciudad, pero aun así. ¿Por qué? Porque el ingeniero de la ciudad X le ha dicho que tiene que ser con material noble. No, no. No puede ser. Y cuando después de 20 años cambié mi estrategia y empecé a hacer el trabajo de construcción para la gente más pudiente: Las Casuarinas, Chacarilla, La Molina en La Planicie. ¿Por qué? Porque esa gente sí acepta construir con madera, porque viaja y ve las cosas que hay afuera. Y segundo, porque es mucho más fácil que la gente copie para arriba que al revés. Entonces, ¿qué ha pasado? Que en los últimos 10, 15 años, la gente de clase media también quiere cosas de madera, porque los de arriba usan madera; hacen techos de madera, cosas por el estilo. Incluso he construido locales de clubes.
Entonces, la cosa ha cambiado en esos términos, pero la construcción con madera profesional- mente para mí no ha sido ningún negocio exitoso, porque he tenido que crear un mercado don- de no existe. El tema es tan grave que después de los años 40, toda la tecnología popular que había para construir con quincha y madera que existía en el Perú —porque toda la costa se cons- truía así y en parte de la sierra también— desapareció.
No, no, no, no. Se introdujo básicamente por la influencia de los arquitectos. Belaúnde, que regre- saba de Francia con la tecnología del concreto. Y metieron el concreto como material noble, y la
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compañía que fabricaban con cemento agarró ese tema, ese eslogan, del material noble e hicieron una gran campaña al respecto y con ello mataron todos los otros materiales. Por eso es. Eso estaba influido grandemente, porque la idea del arquitecto de la Facultad de Arquitectura de esa época en la que estudié era que era el arquitecto era simplemente un artista. Esa era su mentalidad. Por eso los ingenieros civiles se apropiaron de la construcción de la arquitectura, a diferencia de otros paí- ses. En Ingeniería Civil les enseñan a construir estructuras civiles, carreteras, represas, puentes. No les enseñan a construir una casa, un edificio. Eso es lo que ha pasado, entonces yo tenía que trabajar contra la idea de que el arquitecto no puede construir y mucho menos con madera. Yo trabajé en el proyecto del Acuerdo de Cartagena. Es un proyecto que empecé con los canadienses cuando se planteó la posibilidad de promover la construcción con madera en el ámbito andino.
La historia es un poco más larga. Yo estaba en ese momento construyendo casas prefabricadas para los suecos, para el proyecto de la irrigación de Majes. Entonces estaba construyendo dos casas prefa- bricadas de 100 m2 al día. Los canadienses se enteraron, me fueron a buscar y me dijeron: queremos hacer un proyecto para promover la construcción de este tipo en el Pacto Andino, en los cinco países. Me preguntaron si podía hacerme cargo. Estudié el tema, vi y calculé que si dependiera de mí yo podía terminar el proyecto en un año, pero como es Acuerdo Cartagena, lo burocrático, dije: ya, en 2 años. Teóricamente en 2 años terminé de hacer el proyecto y renuncié, porque yo tenía mi empresa cons- tructora, mi taller de construcción con madera que lo había abandonado. Los que quedaron, los jefes superiores de proyecto que estaban un poco más arriba, para mantener el puesto alargaron, consi- guieron financiación por 8 años más. Y contrataron gente que sabía mucho de construcción civil, pero nada de madera. Entonces ¿qué hicieron? Agarraron el manual de diseño canadiense y lo copiaron, lo tradujeron al español, le pusieron datos de madera peruana y punto. Entonces, el manual del Pacto Andino no sirve para nada por dos motivos: los arquitectos o civiles que no saben nada de madera no pueden usar un manual canadiense porque está hecho para gente que tiene el conocimiento previo suficiente para entender un manual de esa clase, y la construcción de madera en el Perú no está al alcance de todos porque sale muy caro, porque estás usando seis veces más madera de la que se necesita. Así de simple. El problema no es la diversidad de madera que tenemos. Es todo lo contrario: tenemos madera para todos los usos sin tener que hacer ninguna transformación ni química, ni técni- ca, como hacen ellos con sus pinos. No es el problema del material, es el problema de quien lo usa.
Bueno. Se formó un equipo entre cuatro arquitectos y me llamaron a mí para que me encargara de la parte de construcción. Estaban Vella, Bentín, Quiñones, Claux. Bueno, no me acuerdo. El tema es que ellos plantearon el puente como arquitectura, una solución inversa a todo lo que los demás planteaban. La casa no crecía de adentro para afuera, sino al revés. Al propietario le entregaba un casco terminado y la ampliación se hacía por dentro con elementos prefabricados. Por ejemplo, una casa de dos dormitorios, se entregaba el casco para dos dormitorios, pero sin el piso interme- dio para los dormitorios ni la escalera intermedia. Solo era de un piso y el propietario tenía la opción de reunir dinero para comprar el tramo de escaleras para su primer piso, su segundo piso, las vigas y los casetones para el piso del dormitorio que quería ampliar, y podía armar en un fin de semana. Entonces, yo planteé una solución usando estructura de madera mezclada con cemento, porque la gente no aceptaba madera pura. Era una estructura de madera forrada con fibrocemento las dos caras y tarrajeada. Eso le daba la sensación psicológica de seguridad porque estaba tarrajeada, pero todo era prefabricado, todo era elemento prefabricado. Yo diseñé completamente todos los elementos, hasta las puertas, ventanas, todo completamente en el proyecto que se presentó; a diferencia de los otros proyectos, no era un anteproyecto, porque estaba diseñado prácticamente para construir, pero no lo escogieron porque en esa época estaba prohibido construir con madera.
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