Reseñas

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(Ligero) Manual ilustrado para proyectar una vivienda del siglo XXI (según los principios del arquitecto contemporáneo promedio)

Israel Romero Álamo

Editorial La Chimenea, Chimbote-Perú, 2013

Reseña de Joan Feliu Franch

“Hay que ser absolutamente moderno”, dicen que afirmó muy lúcidamente Jean Arthur Rimbaud, padre de la poesía moderna y participante en ese primer ensayo de autogobierno obrero que fue la Comuna de París (aunque me parece que Rimbaud nunca participó en la Comuna de París, eso sí, inspirado por ella escribió algunos poemas. Se dice que estuvo semanas antes de los hechos y que fue violado por unos soldados cuando tenía 17 años, pero hay veces que la realidad no conviene a la historia).

La cita de Rimbaud me sirve para introducir el libro (Ligero) Manual ilustrado para proyectar una vivienda del siglo XXI (según los principios del arquitecto contemporáneo promedio) escrito por Israel Romero Álamo, editado por José Beingolea del Carpio, y diagramado por Vivian López Vallejos; una publicación de La Chimenea (Chimbote, 2013). Y citaba a Rimbaud porque el libro de Romero es de gran modernidad (la maquetación de Vivian López también es excepcional) porque trata con gran ironía la realidad de la arquitectura mayoritaria no solo en Perú, sino en gran parte del mundo. La paradoja, y de ahí la importancia y necesidad del estudio, es que mientras las obras de viviendas para la clase media son innumerables en todas las ciudades del país, no existen casi investigaciones sobre la arquitectura de la vivienda para la llamada clase media.

Es la de la clase media una categoría discutida, porque casi todos nos sentimos clase media. Prueben hacer el ejercicio. Pregunten en su trabajo con qué clase social se identifican sus amigos y compañeros. Pregunten a sus subordinados y a sus jefes. A secretarias, secretarios y gerentes. Lo más seguro es que lleguen a la misma conclusión que yo: todos se sienten clase media.

Es lógico, por tanto, que el volumen constructivo más importante en las ciudades esté formado por las reformas y las viviendas que la población de clase media muchas veces hace por su cuenta, sin asesoramiento profesional. Sin embargo, es un campo invisible para los gobiernos y para las instituciones de los arquitectos, incluyendo las facultades de arquitectura que, salvo escasas excepciones, están completamente al margen de este fenómeno. De hecho, una cátedra tipo arquitectos de familia no existe en ninguna facultad. Entre el dolor y los medicamentos está el médico. Entre los materiales y el que necesita construir su casa, debería estar el arquitecto de clase media. Lo que sucede es que el arquitecto aspira (legítimamente) a pertenecer a la élite de la arquitectura y hacer grandes obras, y no está interesado en una construcción que seguramente acabará alterada por las necesidades y gustos de la dueña de la casa, en cooperación con el constructor.

En resumen, un mundo de paradojas que constituyen la realidad, descrita con precisión quirúrgica y lenguaje culto e irónico.