Universidad Nacional de Ingeniería, Lima
devenir
Vol. 3, N°5, enero - junio 2016, pp. 28-44 - Estudios ISSN 2312-7570
El plano inédito de la ‘Casona’ de san marcos
y la obra de Cristóbal de Vargas (siglo XVIII).
El ‘módulo b-a-b’ y su recuperación(*)
An unknown plan for the ‘Casona’ de san marcos
and (the) Cristóbal de Vargas works (XVIII century).
The ‘b-a-b module’ facing its rehabilitation
Leonardo Mattos-Cárdenas(**)
Fecha de recepción: 24 de marzo de 2016
Fecha de aprobación: 12 de abril de 2016
RESUMEN
Con el presente artículo (***) se analiza y se publica un desconocido plano del ex-Noviciado jesuítico de San Antonio Abad de Lima, sede hoy de la llamada ‘Casona’ de San Marcos y del ‘Panteón de los Próceres’. En la planimetría, que constituye un testimonio antes desconocido de su pasado, se identifica el sector destinado a su eventual realización, que se distingue del otro -ya existente en la época. Se pasa revista a la obra y a la actividad de su autor Cristóbal de Vargas -antes y después del terremoto de 1746- haciendo referencia a episodios asociados al momento. Finalmente, se citan y se confrontan otros tres ejemplos arquitectónicos en Lima -con un ‘módulo b-a-b’ en los intercolumnios- frente a los criterios de conservación hoy vigentes.
PALABRAS CLAVE
Noviciado de San Antonio Abad, Lima en el siglo XVIII, alarife Cristóbal de Vargas, propedéutica de la restauración
ABSTRACT
The article analyses and reproduces an unknown plan of the former Jesuit Novitiate of San Antonio Abad in Lima that nowadays houses the so-called ‘Casona’ of San Marcos University, as well as the Civic Pantheon of the National Independence Grandees (‘Panteón de los Próceres’). Within this ground-plot there is a sector programmed to be eventually built and other sector -already existing at that period- which testimonies a past unknown till the present. The work and activities of its author, Cristobal de Vargas -before and after 1746 earthquake- are described. Finally, three architectural examples in Lima are quoted, where the ‘b-a-b module’ was applied in the intercolumniation, facing modern criteria on conservation.
KEYWORDS
Novitiate of San Antonio Abad, XVIII century Lima, alarife Cristóbal de Vargas, propedeutics of restoration
(*) La presente publicación es producto de una de las líneas de investigación personal de auspicio propio y constituye un esfuerzo más que se suma a los que desde la década del 70 -pero con especial énfasis durante los últimos 15 años- viene llevando a cabo el autor del presente artículo por dar a conocer y analizar el inédito material histórico del que dispone en su archivo romano.
(**) Arquitecto por la Universidad Nacional de Ingeniería y por la Universidad La Sapienza de Roma. Ha realizado obras y estudios de posgrado como restaurador de monumentos y como urbanista; se dedica igualmente a la investigación histórica. En Roma ha trabajado en la Oficina técnica de la Camara de diputados (1980-1994) y como experto en gestión cultural en programas de Cooperación Internacional al Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Instituto Italo-Latino Americano (IILA). Fue profesor en el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM) y en la Universidad La Sapienza, así como en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima (FAUA-UNI). Es autor del libro Urbanismo Andino e Hispanoamericano. Ideas y realizaciones (1530-1830) y de numerosos artículos, y ha tomado parte en conferencias especializadas llevadas a cabo en Europa y en América Latina. Contacto: l.mattoscardenas@archiworld.it
(***) En la charla “Un plano inédito del siglo XVIII de la actual Casona de San Marcos”, realizada en el marco del VIII Coloquio de Historia de Lima -organizado por el recordado Dr. Miguel Maticorena Estrada- pude ilustrar el 26 de enero de 2001 el presente argumento de manera sumaria.
La actual ‘Casona’ de San Marcos y el hoy Panteón de los Próceres fueron parte integrante -hasta la expulsión de los jesuitas en 1767- del Noviciado de San Antonio Abad. El conjunto fue así destinado, por real cédula de 9 julio de 1769, a ser sede del Real Convictorio de San Carlos, con lo cual se unificaba el antiguo Colegio real de San Martín con el de San Felipe y San Marcos.
Tras la Independencia pasó a denominarse ‘Colegio Superior de San Carlos’, y durante la presidencia de Pardo, en la década de los 60, pasó definitivamente a la Universidad de San Marcos’, además de alojar algunas otras instituciones menores que ocuparon su sector oriental. Durante la ocupación chilena de Lima (1881-1883) sirvió inclusive como lugar para albergar tropas y caballerizas.
En 1971 fue restaurada la fachada de la ‘Casona’ gracias a la contribución del gobierno español, que desde la última década del siglo pasado se ha ocupado de la total recuperación.
El manuscrito
Ilustra una planimetría carente de fecha e iluminada a la acuarela (58 x 36 cm) que, por lo escrito a lo largo de su borde izquierdo, se sabe que fue realizada por quien se califica como “Cristóbal de Bargas director de la yglesia vice parroquia del Barrio de Guerfanos y de la yglesia del Nobiciado de los Padres dela Compañía de Jesús”, inscripción seguida de su propia rúbrica.
En la vasta superficie casi cuadrada -encerrada dentro un grueso muro periférico continuo- se expresan una gran variedad de ambientes arquitectónicos. El complejo de esta Casa de Probación o Noviciado jesuítico -realizado por Cristóbal de Vargas-, si se confronta con la escala gráfica anexa al dibujo, tiene un frente principal de 130 varas castellanas, sobre el actual Parque Universitario hasta la esquina de la calle ‘del Noviciado’ (hoy jirón Azángaro) y forma casi un cuadrado -por sus aparentemente análogas dimensiones laterales-, lo cual podría entenderse como la intención de recuperar la cuadrícula urbana, como en otras zonas aún periféricas (Ver Figura 1)1.
El muro del Noviciado se encuentra en varios sectores separado de las habitaciones techadas mediante corredores o “tránsitos y callejones” (7) sin techar. Al interior del conjunto los espacios techados están expresados con color café oscuro, a excepción de los pórticos “tránsitos y callejones” (7) en torno a los claustros y de la superficie interior de la iglesia, que igualmente carece de color.
En el conjunto, por el diferente color del interior de los muros, se comprende claramente que existen dos sectores bien diferenciados.
Un sector -menos extenso y más significativo- presenta muros de color café, que evidentemente expresan arquitectura y ambientes ya existentes al momento de la intervención, los cuales se deseaba integrar a la propuesta. Se trata de un sector importante, ya que contiene evidencias arquitectónicas, entonces existentes y hasta hoy desconocidas. A este sector corresponde la versión precedente de la iglesia jesuítica de San Antonio Abad, que si bien carece de su actual portada lateral, cuenta en cambio con varios ambientes anexos a dicha iglesia por el lado izquierdo o del ‘Evangelio’ que eran parte del antiguo e igualmente desconocido Noviciado. El otro sector, más extenso, presenta muros de color rojo pálido que -a la evidencia- hacen referencia a propuestas proyectuales no menos interesantes.
Para identificar mejor la ubicación de estos dos respectivos sectores, se ha considerado útil mostrar una planimetría de la actual manzana, perteneciente al Margesí de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Ver FIgura 2).
Hoy, este conjunto presenta un frente total de 133.10 metros sobre el Parque Universitario -antes prolongación de la avenida Nicolás de Piérola (y aun antes calle Inambari)- y dobla por la derecha 100.45 metros a lo largo de la calle Azángaro -que fue ‘del Noviciado’- y por la izquierda por el actual jirón Cotabambas, a lo largo de 97.70 metros, según las medidas indicadas en el dicho ‘Margesí de los bienes inmuebles de la Universidad’ (cfr. Margesí, 1966, p. 24).
El primer sector en esta planimetría corresponde al actual Panteón de los Próceres y algunos otros ambientes -hoy de la Universidad- anexos a esta antigua iglesia, que se analizarán al estudiar este sector.
El segundo sector –que corresponde a la propuesta proyectual del ‘700- parece llegar cerca al restante perímetro, pero no hasta el actual jirón Cotabambas.
En dicha planimetría, el principal frente del Noviciado corresponde a su borde lateral izquierdo, que hoy es igualmente su frente principal. Sobre dicho frente -supuestamente nuevo- se encuentra el único ingreso al antiguo Noviciado, ubicado muy próximo al atrio de su iglesia. Dicho espacio, aún si reducido en la esquina interna, se presenta subdividido (según su leyenda anexa) en “Atrio o zementerio” (41) propiamente dicho, con acceso a la iglesia; y “plazuela” (40), que presenta la única ventana al exterior del entero recinto del Noviciado.
La única puerta al Noviciado da acceso a una primera habitación, en su esquina, denominada “portería exterior” (39), desde la cual existen dos vanos de acceso. Uno, destinado a las visitas, que va directamente al “locutorio esterior” (36), comunicado solo por medio de una amplia reja o celosía -acuradamente señalada con un “locutorio ynterior” (35), desde el cual -pasando por un vestíbulo denominado “Ante locutorio” (34)- se desemboca al primer claustro del Noviciado.
El muro izquierdo, en el interior de esa “portería exterior” (39), tiene el otro vano que da acceso, a todo el personal del Noviciado, por una “portería ynterior” (38), seguida de la “ante portería” (37) que da a dicho claustro y antes pasa por ese mismo “Ante locutorio” (34).
El conjunto del Noviciado se presenta articulado por tres “Claustros” (21) perfectamente cuadrados, formados por arquerías techadas, señaladas en el dibujo por medios arcos, y por “ángulos de arquería” (22) en cada esquina.
Dos de estos “Claustros” (21) -cuyo frente da al hoy Parque Universitario- son patios pequeños y presentan dibujados solo 16 arcos en total, con cinco intercolumnios por lado cada uno. El más alejado de ellos está comunicado mediante dos corredores con otros locales, como la “enfermería” (24). Por uno de dichos corredores se puede acceder al “Jardín y pozo” (20) ubicado al oriente, esto es, en el extremo superior derecho del plano en cuestión.
Sobre el actual jirón Azángaro (base aparente del plano) se observa que detrás de la iglesia existe una zona destinada a servicios: “patio de cocinas”, “patio del pozo” (15), y “lavadero y comunes” (17), servicios higiénicos que se encuentran al extremo derecho de esa esquina.
El tercer claustro, igualmente cuadrado, es bastante más grande -cuenta con 32 arcos y ocho intercolumnios por lado- y es muy semejante al actual “patio de los Novicios”, aunque ligeramente más distante. Este último, fue descrito en el Inventario de la “Junta de Temporalidades, del 7 de octubre de 1767”, como “Claustro tercero, que este tiene treinta y dos arcos y otros tantas columnas de madera de bálsamo gruesas2 dadas de verde; en los cuatro ángulos del patio arboles de naranxo y en el medio de él una pila” (Burneo, 2005, p. 79).
El complejo jesuítico presenta un total de 35 “Celdas”, cada una de ellas contraseñada con un número (8). Además, cuenta con un subambiente más íntimo y “Sus patiecillos o Patios” (9). En este se distinguen tres tipologías:
- 19 celdas algo más pequeñas, seguramente destinadas a los novicios, distribuidas en cuatro grupos en el interior del conjunto.
- Ocho celdas -algo más grandes- ubicadas sobre la fachada principal. Aunque separadas del muro periférico por “transitos y callejones” (7) no techados, tienen el ambiente anexo de mayor dimensión destinado a dormitorio, separado por un vano del resto de la propia celda.
- Ocho celdas -igualmente más grandes- agrupadas al centro del conjunto y entre dos patios. Cada una de ellas da a las “arquerías” de dichos patios y no cuenta con ventanas, aunque están evidentemente iluminadas y ventiladas gracias a las llamadas ‘teatinas’, tipo de ventana o tragaluz que se iba imponiendo en la arquitectura local. De hecho, se debe recordar que la tradición atribuye a los jesuitas su invención en Lima, ya que entonces -incorrecta o vulgarmente- ellos frecuentemente eran llamados padres ‘teatinos’.
Evolución histórica del Noviciado
En La fundación de Lima, texto donde Bernabé Cobo poco antes, en 1652, incluso nota un evidente fenómeno del Niño, este jesuita refiere:
San Antonio Abad, que es su noviciado; fundóse el año de mil seiscientos seis […] de más de cuatro cuadras, una iglesia muy curiosa […] cuya capilla mayor está cubierta de una media naranja labrada de artesones de cedro con tan gran primor y hermosura que no hay otra en todo el reino de este género que se le iguale […] el edificio de la casa y vivienda es anchuroso y bien labrado con algunas piezas interiores principales, como son: una capilla en que está el santísimo sacramento, el refitorio [sic] y otras, y una muy grande huerta trazada con lindo orden con calles y cuarteles con una hermosa capilla en medio, estanque y fuente con dos acequias […] residen […] cincuenta religiosos. (1956, p. 426)
Existen otras referencias, de la segunda mitad del XVII, que señalan que el conjunto estaba formado por la capilla de San Antonio Abad, “dos claustros y siete ermitas” dentro una gran huerta (Burneo, 2005, p. 19).
Su primer claustro seguramente colindaba con la iglesia, mientras que el segundo claustro pudo ser uno de los dos que -en el plano dibujado por Nolasco Mere en 1685- se ve avanzar hacia el hoy Parque Universitario. Se trata de claustros que, cuando Cristóbal de Vargas diseñó la planimetría que ahora se analiza, evidentemente habían ya desaparecido o se proyectaba excluir.
Reinhard Burneo afirma que las “modificaciones importantes del conjunto fueron consecuencia de los daños causados por el terremoto de 1687; en los años siguientes al sismo se realizaron arreglos en la capilla y la reconstrucción de algunos otros sectores […] la planta del edificio fue ampliada con la construcción de nuevos ambientes destinados a atender las crecientes necesidades de dormitorios, talleres, cocinas y establos del Noviciado. El gran terremoto de 1746 [...] cambió para siempre la fisionomía del Noviciado: la Capilla de San Antonio Abad y la mayoría de los claustros, salones, bibliotecas, capillas y aulas se vinieron abajo” (2005, pp. 20-21).
Valcárcel, basándose en precedentes publicaciones de Vargas Ugarte, anota que “al producirse el famoso terremoto de 1746, el edificio del Noviciado quedó tan ruinoso que su reparación vino a constituir una verdadera reconstrucción. Recuérdase el año de 1758 como fecha de la reedificación de la Iglesia de San Carlos” (1951, pp. 10-11). Debería haber escrito “San Antonio Abad”, porque en la fecha estaban aún los jesuitas.
Agrega Reinhard Burneo que -en efecto- a partir de esta fecha las “tareas de reconstrucción del Noviciado de San Antonio Abad se prolongaron por varios años. La planta del nuevo edificio siguió, en líneas generales, el mismo trazado del anterior conjunto, tanto en la ubicación de los patios como en la disposición de sus ambientes […] se incorporaron nuevos patios y salones, como el patio de Juniores o de Chicos, el patio de Machos y el Salón General. En 1766 fue inaugurada la nueva Iglesia del Noviciado que remplazó a la Iglesia de San Antonio Abad, destruida” (2005, p. 21).
Además, afirma que “las construcciones que ocuparon los terrenos del actual Parque Universitario no pudieron ser reparadas tras el terremoto de 1746, por lo que parte de estas fueron utilizadas como depósitos, establos o terminaron clausuradas. Se abrió, sin embargo, un estrecho callejón perpendicular a la calle del Noviciado3, desde el atrio de la reconstruida Iglesia hasta la huerta, que fue utilizado como tránsito” (Burneo, 2005, pp. 21- 22).
La iglesia, y los anexos entonces existentes en el diseño y la historia
El sector cuyos muros son representados en color café oscuro expresa la arquitectura existente de la iglesia de San Antonio Abad -igualmente a nave única y cruz latina- con portada principal “a los pies” y con una pequeña zona que corresponde a un sector del anterior edificio del Noviciado. En ambos casos se trata de la versión más antigua conocida.
Por consiguiente dicha iglesia sin portada lateral es, igualmente, la versión más próxima cronológicamente a aquella que por voluntad del fundador Antonio Correa debía semejar a la iglesia de Valdemoros, su ciudad natal española en el reino de Toledo (Cobo, 1956, p. 457).
Vargas Ugarte refiere que “las Anuas4 del año 1648 nos dicen que en ese año se terminó la bóveda de la única nave y se estaba haciendo la capilla mayor […] el año 1687 el terremoto que asoló Lima no causó mayores daños en este templo, pero el del 1746 lo dejó tan mal parado que se hizo necesaria su reconstrucción. Ésta se llevó a cabo casi por el mismo tiempo que se construía la vecina Iglesia de los Huérfanos, cuya fachada tiene alguna similitud con ésta de San Antonio [Abad]” (1963, p. 82). Al respecto Valcárcel agrega que “al producirse el famoso terremoto de 1746, el del Noviciado quedó tan ruinoso que su reparación vino a constituir una reconstrucción. Recuérdase el año de 1758 como fecha de la reedificación de la Iglesia” (1951, pp. 10-11).
El templo hoy, al costado de su entrada principal, tiene grabada la leyenda ‘Año de 1766’ y según un documento de la época, refiere Accinelli que “la primera piedra de la nueva Iglesia, el 11 de Mayo de 1758 […] con sus inscripciones, monedas, pergaminos, etc. se puso en el cimiento de la pared que sirve de respaldo al altar mayor” (1938, p. 309).
Por consiguiente, aún es un problema irresuelto determinar si la planimetría en cuestión fue hecha después del terremoto de 1746 o se trata de una propuesta anterior al sismo, lo cual es más probable. Dicho conjunto en Lima fue sometido a diferentes reformas, y ya el terremoto del 6 de enero de 1725 había destruido la iglesia madre jesuita de San Pablo (hoy San Pedro), donde comenzó a ser reconstruido el cimborrio desde 1727 como refiere Emilio Harth-Terré (1942ª).
La iglesia y su entorno -en el documento que aquí se analiza- presenta muy curiosas e importantes características:
- Al lado izquierdo del altar mayor se ubica una amplia celosía -a modo de los conventos de clausura-, que colinda con un “coro bajo” (4) y su anexo “ante coro” (5). Este último se encuentra al lado de una “ante sacristia” (6) que cuenta con una anexa “sacristia ynterior” (3), que comunica a la “sacristia esterior” (2), todos ambientes en correspondencia al transepto (1) de dicha iglesia.
- Una “Escalera para el coro” (31) a dos tramos, con gradas dibujadas, aunque con sectores faltantes en el dibujo, delata la existencia de un segundo piso, cuyo registro no ha llegado hasta nosotros y que, en correspondencia con el “coro bajo”, evidentemente colegaba con un igualmente amplio “coro alto” insólitamente lateral, entre otros ambientes posibles.
La disposición general de dicha iglesia y sus alrededores no corresponde -en sus particulares- al templo hoy existente, ni a las condiciones que Claudio Sahut encontrara en los años 20 al restructurar y modelar la cripta hoy existente.
Igualmente, a lo largo del lado “del evangelio” (izquierdo) de su nave central, esta iglesia presenta cuatro curiosas aperturas, como se observa en el plano, que estaban destinadas a servir de “confesionarios” que se abrían a “otra sala o capilla” (29) destinada a los padres confesores del Noviciado. Dicho sector igualmente incluye “tránsitos a la sala de confesionarios” (28) y “Otra Capilla” (30) con su altar, desconocida, y otros ambientes, todos ellos -con muros café oscuro- igualmente existentes e interesantes, y en uso en dicha época.
La iglesia, con sus “confesionarios” obtenidos perforando el grueso muro que la separa del Noviciado, constituye una importante tipología edilicia jesuíta del primer periodo. Similares “confesionarios” formados por forados que lo dividen de una “Penitenciería” existen inclusive en el primer “Proyecto de la nueva iglesia” con “Frente a la plaza del Cuzco” (58 x 47 cm) del archivo jesuítico de Roma (ARSI, F.G.Collegia 1407/7/2), realizado en torno al 1650, fecha del terremoto en esa ciudad. Su diseño fue atribuido al hermano jesuíta Egidiano (J. B. Gillis).
El proyecto para Cusco muestra seis “confesionarios” del tipo limeño “al lado de la epístola” (derecha) o aperturas de un muro5 que lo dividía de una típica “Penitenceria” (sic) jesuítica, que se decidió modificar para convertir el espacio en iglesia, ya que sin duda sirvió como referente para la actual iglesia, con ligeras modificaciones. La alteración se realizó suprimiendo, evidentemente, el tabique divisorio ya proyectado para alcanzar y tener directamente acceso desde la plaza, como hoy sucede (Ver Figura 3).
Por lo que se desprende al comparar planimetrías del Inventario del recordado jesuita padre Edmond Lamalle, una “Penitenciería” jesuítica estuvo presente, inclusive, en la primitiva iglesia de San Pablo (hoy San Pedro de Lima) y en los proyectos de iglesias para su Colegio de Chuquisaca (Sucre-Bolivia) (ver inventario 486, 487), así como en los proyectos para los primeros establecimientos jesuíticos en Monzón y en Málaga (ver inventario 474, 475) en España meridional (Lamalle, 1960, p. 461).
Por otro lado, dicha tipología de “confesionarios”, obtenida perforando un grueso muro divisorio -con alguna variante-, se observa aún hoy en el antiguo Convento de monjas de Santa Catalina en Arequipa.
El autor y su obra
Aunque Harth-Terré en sus escritos no cita la existencia del manuscrito que aquí se analiza6, respecto a su autor, el alarife don Cristóbal de Vargas, y a su actividad refiere lo siguiente:
Cuando en el año 1740 resolviéronse a la edificación de la iglesia de la Vice-parroquia del Barrio de los Huérfanos, que se advocaría al Corazón de Jesús y Nuestra Señora del Consuelo, llamaron para la consulta y proyecto a Cristóbal de Vargas, que resultara en lo venidero, alarife de prestigio, pero que a la sazón iniciaba en el arte. D. Cristóbal de Vargas posteriormente, en 1749 dirigirá la obra el Convento de la Buena Muerte7; por cuyo trabajo recibió el salario de 100 pesos. En 1764 irá a Potosí a proseguir las obras de construcción de la Casa de Moneda que se habían paralizado por la muerte de Salvador Villa que la había proyectado e iniciado en 1757. Cristóbal de Vargas había trabajado con Villa, primero en las obras de reconstrucción de la Catedral de Lima y luego en la Casa de la Moneda en esta ciudad, de allí que lo llamaran, para que en compañía de Luis Cavello, hombre de confianza de Villa, prosiguiera los trabajos. [Cristóbal de] Vargas regresó a Lima y en 1769 trazó el plano del Monasterio de Agustinas en Ica y en 1771 aparece dirigiendo los trabajos de construcción de la Catedral de Trujillo. (Harth-Terré, 1942ª, s.n.)
Harth-Terré cita, además, parte del texto de la conocida “Relación de las circunstancias misteriosas que han acaecido para efectuar la compra del sitio y fábrica de la nueva iglesia Vice-Parroquia de los barrios de Los Huérfanos con el título de Corazón de Jesús y Nuestra Señora del Consuelo” (Relación, 1937, pp. 53-76). Este documento, del Archivo general de la Nación (AGN), en relación a Los Huérfanos recita:
… El día 15 [de octubre de 1742…] se hizo el diseño de la yglesia cuyos cordeles y demarcación se delineó por el maestro alarife don Cristóbal de Vargas, por Juan de Matamoros y por don Manuel de Torquemada, que hizo un mapa en que delineó todo el sitio dando en él la forma y planta que ha de tener, a proporción de su longitud, que se reguló para que quedase libre en el número de 33 varas [de largo] y 15 [varas] de ancho por donde abre más su latitud; siendo el primero relativo a los años de Jesús Nuestro Salvador y el segundo a los Misterios del Rosario de María [cfr. Relación, 1937, pp. 56-57]. Ésta se fue continuando en la obra de los cimientos y de la bóveda [subterránea], cuyo trabajo duró hasta construirla y cerrarla, quedando tan primorosa como hoy se reconoce y duró hasta fin del mes de julio del año de 1746; y desde entonces se tuvo por conveniente cesar en el trabajo para dar tiempo a que se solidase la obra y para conducir las cargas de piedra de sillería desde el sitio que llaman ‘el corte de Nieve’ hasta el de la yglesia, para que sirviese para los basamentos y portadas. Con este efecto se condujeron al sitio que se hallaba razo y desembarazado más de cuatrocientos cargas de piedras hasta poco antes que sobreviniese el temblor de la noche de 28 de octubre de 1746. Y desde los primeros meses de este año se dedicaron los Señores Ynquisidores de esta ciudad a fabricar lo que faltaba en la yglesia antigua de los Huérfanos que era la capilla mayor y quasi la mitad de dicha yglesia, por el lado que cae al Colegio de las Niñas Huérfanas, de que son Patronos los dichos Señores; logrando tenerla corriente para que oyesen misa por las rexas y puertas, para que por ellas les administrasen los Santos Sacramentos, continuando dicha obra, haciendo levantar las zerchas y bóvedas hasta cerrar todo el cañón con sus nuevas ventanas de luz, y se concluyó con toda perfección, a fin del mes de Septiembre del dicho año de 1746 […..En octubre con el terremoto] quedó casi todo en el suelo, […] sobre el altar mayor cayeron las zerchas y la pared doble de adobes sobre el retablo mayor que lo dejó totalmente sepultado [pp. 59-61]. [En] junio de 1758 se volvió a dar principio a la obra de la yglesia, en que ya habian comprado […] los Mayordomos, las piedras y materiales para empezar a formar sus muros, paredes y basamentos con las portadas, que todo se fue construyendo con algunos intervalos de tiempo y quedó concluido este trabajo en el año de 1761, dexándola completamente acabada en la obra de albañilería, equivalente a su alto formadas las portadas y sus dos torres hasta emparexar lo trabajado. Hallándose ya la iglesia en estado de necesitar sus cubiertas y ventanas se habían prevenido para entonces, las maderas necesarias para este efecto, a cuyo trabajo se dio principio a fin del año de 1761, el que se continuó hasta principio del año de 1766, en que quedó perfectamente acabada su fábrica, con su zementerio [i.e. atrio de ingreso], torres y portadas en la forma que hoy aparece […En cambio, para] poner corriente la bóveda [subterránea…] cuyo trabajo tuvo principio en 1749, el que fue muy engorroso […]; se logró dexarla allanada y corriente para el uso de entierros en el año de 1750». (pp. 70-71).
Harth-Terré, en su texto sobre Los Huérfanos o del Corazón de Jesús, opina al respecto: “Entre 1761 y 1766, en que se techa la iglesia, se terminan las torres y se labran las portadas [Cristóbal de] Vargas estaba ocupado en Potosí, en las obras de la Casa de Moneda, Torquemada había fallecido. Fueron entonces otros; los que dieron término ornamental a las torres y frontispicio” de la iglesia hoy aún existente (Harth-Terré, 1942ª, s.n.).
Así, queda igualmente irresuelto el asunto de si los planos de Torquemada fueron utilizados nuevamente por Cristóbal de Vargas para la edificación de esta tercera iglesia de Los Huérfanos.
Por otro lado, el recordado Antonio San Cristóbal, basándose en la misma Relación, cree igualmente que Cristóbal de Vargas solo intervino en 1742 en esa iglesia del Corazón de Jesús, cuando solo las fundaciones y las bóvedas sepulcrales fueron hechas, antes que la primera iglesia de los Huérfanos, situada a mitad de cuadra según el plano de Nolasco de 1685, fuese destruida completamente por el sismo de 1746 (San Cristóbal, 2009, p. 178). Sin disponer de datos adicionales, concluye opinando lo siguiente: “deducimos que la traza integral y el diseño arquitectónico para la nueva iglesia del Corazón de Jesús, que asumió la antigua denominación de Los Huérfanos, no fueron elaborados por los tres artífices Vargas, Matamoros y Torquemada en 1742, sino por otro u otros artífices distintos en 1758 conforme a los cuales se levantó la iglesia desde sus fundamentos” (San Cristóbal, 2009, p. 182).
El recordado Enrique Marco Dorta, a propósito del interior de la actual iglesia de Los Huérfanos, anota lo siguiente:
…la balaustrada forma a modo de un balcón encima de una cornisa. El coro, situado a los pies del templo sobre bóveda muy rebajada, tiene una planta de líneas muy movidas [... Tiene] dos precedentes sevillanos, la iglesia de San Hermenegildo, y la desaparecida del Colegio de las Becas, ambas de la segunda mitad del siglo XVII” (Marco Dorta, 1957, pp. 13, 44). Sin embargo, una tipología similar a la iglesia de Los Huérfanos –nave única de lados paralelos, extremos redondeados y presbiterio rectangular- la aplica igualmente Guarino Guarini en 1683, al interior de la iglesia de San Felipe Neri en la ciudad de Turín.8
Además al interior de Los Huerfanos, por un documento recién trascrito9, he notado que, después de 1793, se fue “fabricando un coro alto para las niñas y sus amas de leche”, siendo Juan José Cavero administrador de dicha Casa. Tales obras solo fueron posibles cuando se recuperaron pagos atrasados provenientes de fundaciones ya establecidas por Antonio Correa en 1625, fundador de la iglesia y del dicho Noviciado de San Antonio Abad. Los pagos estuvieron bajo administración de los rectores del Noviciado hasta la expulsión de dichos jesuitas en 1767.
En cuanto a la fachada, Antonio San Cristóbal comparte la opinión (que fuera de mi maestro Emilio Harth-Terré) sucesivamente adoptada por Harold Wethey: “Wethey de las portadas de San Carlos y de Los Huérfanos a las que consideró como semejantes y acaso obras del mismo autor” (San Cristóbal, 2009, p. 107), agregando a dicha lista la portería de San Pedro -labrada en 1759-, como ya lo hiciera Harth-Terré.10
Sin embargo, sobre la iglesia de Los Huérfanos -que Antonio San Cristóbal cree construida con parte de la otra iglesia vecina que surgia a mitad de cuadra- habría que recordar que ya el 25 agosto de 1791 un artículo publicado en el Mercurio Peruano, titulado “Noticia histórica de la fundación, progresos y actual estado de la Casa Hospital de Niños expósitos de Nuestra Señora de Atocha”, refiere que “Lo único que falta para la total perfección de la casa es la iglesia [de Los Huérfanos], que no tiene levantados más que los muros fundamentales, sirviendo provisionalmente la del Corazón de Jesús” (Rossi & Rubí, 1791, p. 367).
El terremoto de 1746
El trágico evento motivó que el virrey Manso de Velasco, en una carta al rey fechada el 4 enero 1747, en relación a la catedral de Lima refiriese que su “total reparación haría necesario el desembolso de 1,100, 000 pesos, según el informe redactado en enero por tres afamados alarifes” (Pérez-Mallaina, 2001, p. 98). En efecto, uno de los dichos ‘afamados alarifes’ era don Cristóbal de Vargas. Convocados junto con el cosmógrafo francés Luis Gaudin (Godín), sobre la base de valoraciones que realizó también Cristóbal de Vargas, estos personajes condicionaron la discusión sobre el posible traslado de la capital y se pudo así decidir que esta siguiese en el mismo lugar.
Así, a mediados de diciembre de 1746, Cristóbal de Vargas es llamado junto al renombrado alarife mulato Santiago Rosales (autor de las magníficas portadas posteriores de la catedral) y al maestro de obras Pedro Ramírez, para examinar El Sagrario –la capilla anexa a la Catedral-, cuya evaluación determinó una cotización de 61,000 pesos, aunque luego se decidió construir una estructura ligera, de forma provisional, por solo 7,000 pesos (Vargas Ugarte, 1968, p. 447).11
En relación a la intervención de Luis Godín, después del terremoto de 1746, pude localizar en el Archivo General de Indias de Sevilla (AGI) -gracias a una segunda temporada de apoyo español a la investigación- un desconocido plano de Lima de Luis Godín que publiqué (2010, p. 20). Dicho plano servía para ilustrar la ubicación de Bellavista, su nueva población pentagonal dedicada a los “apóstoles Simón y Judas”, que en el Santoral corresponden a la fecha del terremoto, cuya traza ya conocida, la habia vuelto a reproducir (1987, p. 31).
Su otra obra en Lima
La ciudad, al tener que reconstruir la sala de Audiencias del Tribunal de la Santa Inquisición, encomendó la obra igualmente a Cristóbal de Vargas, quien optó por desarmar su artesonado, volver a armarlo y reponerlo al terminar su reconstrucción. Pero, hacia 1750, viendo que no era posible reponer lo que hizo desarmar, se decidió rehacer los artesonados, encargo que fue dado nuevamente a Cristóbal de Vargas, quien fue asistido por Juan José Salinas, maestro tallador y retablista.12
Así mismo noto, según datos del ‘Manual’ o Libro de cargo y data de don Miguel de Echeverría (AGN, Libros de Cuentas, legajo 412, libro 1831) texto paleografiado de las entregas de la Real Hacienda a través de su Caja Real de Lima para “gastos de la fábrica y obras del real palacio desta ciudad” que Cristóbal de Vargas fue “maestro mayor alarife de albañilería” en la “fábrica y obras del Real Palacio” desde el 26 de setiembre de 1748 al 2 de octubre de 1751. Palacio virreinal que entonces incluía Real Audiencia, Tribunal de Cuentas y Caja Real, donde “se pagaron al maestro alarife de albañilería don Cristóval de Vargas, a razón de dos pesos por día, de sueldo, como a director de la fábrica” asistiéndolo “el maestro carpintero Pedro de los Reyes” y el “maestro de cantería Ventura Valencia” tallador de “piedras de sillería” (Walker & Ramírez, 2002, pp. 658, 666).
Don Cristóbal de Vargas coordinaba a “demás oficiales mayores y menores de este arte”, firmaba boletas de recibo de materiales, como la cal que provenía del fundo “La Calera”, propiedad de los padres betlemitas, y de “la calera de la religión de San Augustín” en las faldas del cerro de San Bartolomé, hoy barrio del Agustino; además, adobes, ladrillos “de solar” y “de labrar”, sin olvidar las diferentes “piedras de sillería”, “de rio”, “de zerro” y “de empedrar” usadas cuando “empedraron en los patios, callexones, cavallerisas, cocheras, cuerpos de guardias y otras partes de dicho real palacio” (Walker & Ramírez, 2002, pp. 675, 692).13
A raíz del terremoto en Lima de 1746 Cristóbal de Vargas fue apreciado tasador de inmuebles. Así este alarife “Junto con Ventura Coco tasó una casa en la calle de la Pescadería el 10 de Marzo de 1763”, según otro documento del Archivo arzobispal de Lima (Legajos de Obras Pías XVIII) encontrado por Vargas Ugarte (1943, p. 297).
Su obra fuera de la capital
En la Casa de La Moneda de Potosí (Bolivia) se ocupó especialmente de hacer realidad su tercer piso, que aún hoy existe, como ha sido ya ampliamente analizado (Buschiazzo, 1944). Igualmente, después del terremoto de 1759, en la Catedral de Trujillo se realizó el total “cambio del enmaderado por bóvedas de aristas con luneros en 1768 por el arquitecto Cristóbal de Vargas” (Morales, 2012, p. 40).
En efecto, a raíz de dicho terremoto -como refiere Vargas Ugarte-, “El Virrey Amat en carta al Corregidor de Trujillo de 6 de Noviembre de 1766 le dice que envía a [Cristóbal de] Vargas para que reconozca la obra de la Catedral. El 6 de diciembre se hizo el reconocimiento, estando presentes Antonio Paredes y Tomás Rodríguez. [Cristóbal de] Vargas fue de parecer que la obra se hiciese de cal y ladrillo […]. En Diciembre de 1766 trazó el plano de la Catedral de Trujillo interviniendo en 1771 en su reconstrucción. En 1769 traza [además] los planos del proyectado convento de agustinas de Ica, que dispuso se fundara D. Clemente de la Mata en su testamento” (1968, p. 469).
El ‘módulo b-a-b’ en algunas obras limeñas
Durante el gobierno del virrey Amat (1761-1776), se diseñó y construyó la actual plaza de toros de Acho de Lima, cuyo plano se conserva14; esta es igualmente obra del afamado alarife Cristóbal de Vargas o Bargas, como firmaba su apellido en dichos documentos.15
Existió una provisional versión de plaza de toros, que según la Gazeta de Lima (del 20 de enero al 30 de marzo de 1763) fue inaugurada el 6 de enero de 1763 en “el Hacho […] una hermosa Plaza […] cuyo plano era un polígono de doce lados para mayor comodidad de la vista con rara fortaleza en los Tablados, hermosas galerías con finos tapices de Seda y faroles de Cristal” (Mattos-Cárdenas, 2004, p. 132).
La plaza de Cristóbal de Vargas fue inaugurada el 30 de enero de 1766, sin terminar. Al respecto, la Gazeta de Lima (del 18 de marzo al 4 de julio de 1765) informa de la autorización que el virrey Amat concede a Agustín Hipólito de Landaburu para hacer un “Cozo firme de toros”, así como para construir un Cuartel en sus cercanías, de acuerdo a un contrato que anualmente lo compromete a dar fondos al Hospital de pobres de la ciudad, “cuya fundación decretó ese mismo año; ordenando hacer planos” (Mattos-Cárdenas, 2004, p. 132).
En efecto, había ordenado Amat, por decreto del 20 junio de 1765, que fuesen hechos los planos para construir un hospicio llamado de Jesús Nazareno, bajo la tutela de Nuestra Señora de la Piedad, como sucedía en España con otros establecimientos ilustrados. En Madrid y en Sevilla estuvieron bajo la dirección del limeño Pablo de Olavide. Además, en las ‘Nuevas Poblaciones’ de Andalucía, Olavide al fundarlas fue el primero en construir una plaza de toros en La Carolina, su capital (Mattos-Cárdenas, 1987, 1990).
En Lima ordena el virrey Amat que en el hospicio se hiciese además un obraje de tocuyos y de telas toscas de lana, y que se cree una Hermandad que se ocupe de su fomento; a ellos adjudicó la plaza de toros en construcción en Acho, con el requisito de que el empresario debía contribuir al sustento de la fundación abonando sumas anuales -específicamente estipuladas en pesos- en favor de dicha casa.16
La Plaza de toros de Acho realizada por Cristóbal de Vargas tuvo entre los intercolumnios de sus tribunas techadas un importante ‘módulo b-a-b’, que se observa en algunos dibujos, grabados y fotografías de la época. Este módulo en la tribuna del virrey ya se aprecia en un conocido dibujo a colores, realizado en 1821, en ocasión de la corrida en honor a San Martín (Ver Figuras 4a y 4b).
La Plaza, según refiere dicho documento, “corre en Ochavos hermosísimos […] está apoyada sobre unos Pilarones de adove apiramidados, que por la vanda […] de dentro forman Arcos que sirven de Portales. A cada Ochavo corresponde una subida […] y la Xaula (así nombran el Gabinete Regio de nuestro Príncipe) hacen los dos semicírculos y dividen el punto […] a los ojos” (López, 2005, pp. 72-73).
Al inicio contaba con graderías de madera, palcos altos y un ruedo de 90 metros; luego, en la década del 30, se inició una campaña destinada a aumentar su capacidad mediante obras de restauración que recién entre 1944 y 1945 sucesivamente completaría el arquitecto Luis Miró-Quesada Garland. En dicha época se realizó la ampliación rebajando el nivel del ruedo y evidenciando, además, los machones de mampostería externos, aunque al uniformarse las arquerías en madera desapareció de su tribuna principal el mencionado ‘módulo b-a-b’.
Las arquerías del Paseo de Aguas, si bien en mampostería, presentan igualmente este esquema ‘b-a-b’. Fue obra llevada cabo también durante el periodo del virrey Amat, aunque de autor desconocido; su motivo central -análogo a la obra de Cristóbal de Vargas en Acho- está subdividido en tres partes en su interior: un arco mayor y otros dos laterales más reducidos. La analogía se extiende al uso de perfiles degradantes en planos sucesivos, presente en las arquerías de ese Paseo y en el ingreso al complejo de Acho, los cuales podrían denotar la común autoría del alarife Cristóbal de Vargas.
Otro ejemplo menos conocido de ‘módulo b-a-b’ en Lima se puede observar hoy en la llamada ‘Quinta del Rincón del Prado’, conjunto ubicado camino al ‘barrio de indios’ de Santiago del Cercado, bastante cerca del monasterio de las monjas carmelitas agustinas del Prado, mansión campestre que programó el mismo virrey Amat. Este inmueble tuvo puertas rococó -que pudimos observar- y aún conserva restos coloniales de pintura mural. Cuenta también con un teatrín, entre los ambientes techados. Fue un ambiente campestre, de vastos jardínes degradantes hacia el rio Rímac, con vista frente al cerro de San Cristóbal, amenizado por surtidores de agua, un pequeño lago con isoleta para servir de cenador central, cuyos restos aún existen, y figuras de palmeras en las paredes, que aluden al propietario y fiel asistente: su paisano catalán Jaime Palmer.
Estos ambientes bucólicos refiere Enrique Bernales Ballesteros en sus dos estudios que estuvieron “presididos por la diosa Pomona” (escultura hoy desaparecida), cuya “adquisición del solar e inicio de la construcción se hiciera en 1762, pero sin terminarse del todo hasta uno o dos años después [… Sin embargo]. Se desconoce el nombre del autor” (1984, p. 32).
Este conjunto monumental -no obstante su deplorable estado, degrado e incuria- luce entre las vigas del intercolumnio de su pórtico hacia el jardín, otro ejemplo de ‘módulo b-a-b’, que espera ser justamente restaurado y evidenciado.17
Finalmente, es preciso recordar que la misma ‘Casona’ de San Marcos presentaba un evidente ‘módulo b-a-b’ en sus arquerías de ingreso al llamado ‘Claustro de Derecho’ (Ver FIgura 5).
Este módulo -ampliamente divulgado- ilustraba inclusive arquitectura supuestamente virreinal, y estaba presente en fotografías del siglo XX y en testimonios que se remontaban a inicios de ese siglo. Se trataba sin embargo de un aparente elemento histórico contradicho, en efecto, por una fotografía de 1893 que Daniel Valcárcel publicara de su archivo personal (1968, p. 84) (Ver Figura 6).
Gracias al análisis propedéutico para el restauro del conjunto seguido por los arquitectos Berenguel y Fabbri (Fabbri, 2011, pp. 59-60), se pudo saber que a inicios del siglo XX había sido suprimida la columna central, lo cual además provocó cierto sedimento estructural, al parecer, en los años sucesivos. Ello determinó su justa reintegración mediante una reposición que enfatiza esa columna, antes faltante, con una correcta señalación por diferenciación. Esta medida, simultáneamente, aleja cualquier especulación histórica sobre su posible condición original.
Fue una operación inclusive mucho más necesaria por tratarse de una obra del siglo XVIII de don Cristóbal de Vargas, “director de la yglesia vice parroquia del Barrio de Guerfanos y de la yglesia del Nobiciado de los Padres dela Compañía de Jesús” –como certifica en el plano que hemos analizado-, y como lo fue, además, de la fábrica de nuestra actual Plaza de toros en Acho, que en cambio presentaba un -antes visible- ‘módulo b-a-b’ en sus intercolumnios.
Apéndice
[Transcripción de la ‘leyenda’ ubicada en el borde derecho de la planimetría, que lista los distintos ambientes]
Referencias
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1. Para facilitar la lectura e identificación se ha transcrito -ver “Apéndice” al final del presente artículo- los números y respectivos nombres de los espacios tal como aparecen al borde derecho del manuscrito.
2. Todos los énfasis son del autor -tratándose de textos impresos como los sucesivos- en los cuales se ha modernizado la ortografia en pocos casos.
3. Frente o “callejón perpendicular a la calle del Noviciado” –antes inexistente- que se encuentra ya presente en el documento en cuestión.
4. Se denomina “Anua,” en ambiente jesuitico, a los informes que en forma anual estaban obligados a redactar y enviar.
5. Una prospección arqueológica en dichos muros -tanto en Lima como en Cusco- podría revelar la pre-existencia de esa tipologia de ‘confesionarios’.
6. A pesar de haberlo poseído. El documento pudo ser, por consecuencia, una adquisición reciente, que junto con otros, he destinado al FONCULDAU, fondo documental creado a iniciativa de arquitectos como Víctor Pimentel del CAP Lima.
7. La iglesia y convento llamados de los “Agonizantes” fueron destruidos, aún a medio construir, durante el terremoto de 1746, y en 1756 se decidió que mudase su emplazamiento.
8. Donde ya Antonio Bettini, trabajaba desde 1675 en dicha obra. Guarino Guarini arquitecto de la orden de los auténticos padres “teatinos” atravesaría tierras españolas para dirigirse a Portugal.
9. AGN Temporalidades, leg 308: 1794, “Casa de niños expósitos Nuestra Señora de Atocha solicita pagos de réditos de un principal que impuso Antonio Correa en la Real Caja […] informe y correspondencia, ante Gil de Taboada y Lemos” (Chuhue, 2009, pp. 157, 161-163).
10. Se trata, en efecto, de una opinión reiterada por Harold Wethey (1949, pp. 88, 254, 258-259) después de Harth-Terré (1942).
11. En El Sagrario se iniciaron los trabajos, en 1758, bajo la dirección de Alonso de Rivera, maestro mayor de obras, con Pedro Matamoros y el oficial Francisco de Céspedes. Siendo finalmente inaugurada el 19 de marzo de 1791. Pero a fines del s. XIX perdió parte del frente y su fachada con timpano triangular. Que recuperó Harth-Terré, aprovechando del encargo que tuvo de restaurar la catedral; después del terremoto de 1940. Ocasión cuando defendió y restauró, igualmente, la iglesia de Los Huérfanos.
12. cfr. P. Vargas Valencia. Informe Nº 2 de la Comisión designada para determinar la ubicación, funcionamiento y distribución de los organismos del Santo Oficio. Lima, 1971.
13. Obras que incluyeron “tierra de sembrar para el jardín” donde “se pagaron al tornero Joachin del Valle, por quinientos quarenta y nuebe balaustres que torneó para los corredores que caen al jardín de dicho real palacio”, así como balaustres, otras puertas y ventanas, “pinturas y azulexos, sintas, balcón, puertas, y corredores del real palacio de esta ciudad” (Walker & Ramirez, 2002, pp. 679, 687, 688, 693).
14. Planta y “Relación de Toros” que estuvo en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile, un repositorio todavía de documentos nacionales, como la planta y los cortes para el nuevo Castillo del Real Felipe en el Callao. Hoy el AGN (leg. 42/502. Folio 42. Plano 94) posee el “Plano de la Plaza de Toros del Acho i sus Ynmediaciones”, firmado en Lima el 9 de abril de 1793 por Antonio Cañabates, “para manifestar la Nueva Serca (sic) q(u)e se propone Executar”.
15. Frente a la importancia de la actividad desarrollada por Cristóbal de Vargas, notamos la ausencia de una biografía específica a él dedicada, como en cambio ya se ha hecho con figuras como Manuel de Escobedo y Diego Maroto.
16. El 7 de julio de 1770, cede Amat a dicho hospicio el excolegio jesuita de caciques, ubicado en el que fue antes ”Pueblo de indios de Santiago del Cercado” (López, 2001, p. 72).
17. Detalle que observé, además, en los válidos levantamientos de Victor Pimentel, Judith Soria y Rodrigo Córdova.
Figura 1. Cristóbal de Vargas XVIII. Iglesia y Noviciado de San Antonio Abad
Fuente: Planoteca personal Leonardo Mattos-Cárdenas, Roma, 2016.
Figura 2. Planta de la manzana con la Casona, Margesi 1966
Fuente: Margesí de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1966.
Figura 3. Iglesia jesuítica del Cusco. C. 1650
Fuente: Archivum Romanum Societatis Iesu, F.G.Collegia 1407/7/2, Roma (Cfr. Lamalle, 1960, p. 241-242).
Figura 4a. La Plaza de Acho. El ‘módulo b-a-b’ en 1821
Fuente: http://es.geocities.com/perusovereignty/plazadeacho/imagines/oldacho11.jpg, 2015.
Figura 4b. La Plaza de Acho. Su hoy desaparecido ‘módulo b-a-b’ según fotografía de inicios del 1900. Particular de Tarjeta postal
Fuente: http://es.geocities.com/perusovereignty/plazadeacho/imagines/oldacho15.jpg, 2015.
Figura 5. Antiguo Noviciado. Patio de Derecho UNMSM
Fuente: Manuel Mendez Guerrero, Lima, 1986.
Figura 6. Antiguo Noviciado. Patio de Derecho UNMSM, 1890
Fuente: Daniel Valcárcel, Lima, 1968, p. 84.
1- Yglesia
2- Sacristia esterior
3- Sacristia ynterior
4- Coro bajo
5- ante coro
6- ante Sacristia
7- transitos y callejones
8- Celdas
9- Sus patiecillos o patios
10- Refectorio
11- Patio de cocinas
12- Cocinas
13- Despensas
14- Quarto de prensar Abitos
15- Gallinero
16- Patio del pozo
17- Lavaderos y comunes
18- Noviciado y oratorio
19- Sala de recreacion
20- Jardin y pozo
21- Claustros
22- angulos de arqueria
23- Capilla ynterior
24- enfermeria
25- dormitorio comun
26- Roperia
27- Sala de labor
28- transitos a la sala de confesonarios [sic]
29- otra sala o capilla
30- Otra Capilla
31- Escalera para el coro
32- Sala Capitular
33- Almacen de la yglesia
34- Ante locutorio
35- locutorio ynterior
36- locutorio esterior
37- ante porteria
38- porteria ynterior
39- porteria esterior
40- plazuela
41-Atrio o zementerio