doi: https://doi.org/10.21754/devenir.v9i18.1578
Imágenes de un mismo mundo.
La educación patrimonial en Iberoamérica
MARÍA GRACIELA León Matamoros y JONATAN Moncayo Ramírez
Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de la ciudad de Puebla. México, 2021.
reseña de Karla Ausejo Calmet.
La Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural de la ciudad de Puebla en México, tiene como iniciativa promover la reflexión sobre el patrimonio cultural en Iberoamérica con la propuesta del libro Imágenes de un mismo mundo. La educación patrimonial en Iberoamérica.
La herencia cultural de los países iberoamericanos nos ha permitido compartir no solo el mismo lenguaje, sino también muchas inquietudes y reflexiones sobre nuestro pasado, las cuales necesitan ser estudiadas y validadas. Desde el momento en que compartimos territorios en el pasado y con el avance de la historia de nuestros pueblos, llevamos ya impregnada una huella de enorme valor patrimonial, la cual está reflejada en nuestras ciudades y ciudadanos actuales.
La divulgación de esa historia patrimonial y de las perspectivas diversas sobre su conservación y valoración es fundamental para la formación de culturas y tradiciones representativas.
Este libro nos presenta un esmerado trabajo de recopilación de reflexiones y resultado de investigaciones sobre educación patrimonial y patrimonio de 11 países conformantes de Iberoamérica. Gracias a la recopilación de estas investigaciones, se puede conocer las problemáticas sociales de países como México, España, Portugal, Argentina, el Perú, Chile, Cuba, entre otros.
Sin embargo, a pesar de generar conocimientos distintos, convergen en que los planes de gestión y conservación del patrimonio dependen fundamentalmente de una variable: la educación patrimonial, es decir, dependen de la valoración social de sus individuos, de su apropiación sobre los mismos, lo cual, sin duda, genera un enorme desafío para los “patrimonializadores”.
Es relevante mencionar el contexto en el que fue escrito este libro, ya que, al ser publicado en el 2021, con el inminente incremento de mortalidad provocado por el COVID-19 y con una ineludible incertidumbre sobre el futuro de la humanidad, y con ella su patrimonio, el reto de promover el discurso del patrimonio se hacía cada vez más complicado.
El libro permite visibilizar la riqueza que existe en las diferentes posturas sobre el tema de educación patrimonial. Es por eso que expongo algunas coincidencias en los relatos, los cuales permiten al lector comprender mejor las diversas formas de aplicar la mirada patrimonial.
Un eje temático del libro comienza por Olaia Fontal Merillas (España), Dolores Álvarez-Rodríguez (España), Catarina Valença Gonçalves (Portugal) y Helena Pinto (Portugal), cada una con investigaciones diferentes que consideran a la educación patrimonial como una parte esencial de los diferentes programas educativos.
Catarina Valença Gonçalves, por ejemplo, hace hincapié en que se realice incluso en la etapa escolar de los niños, mientras que en el caso de estudio de Dolores Álvarez-Rodríguez, ella plantea que sean las instituciones culturales las que impartan estos conocimientos.
Aura Inés del Águila Ríos, José Carlos Hayakawa Casas y Angela Omayra Anchante Bautista, representando al Perú; María Inés Travieso Ríos y Margarita Barretto, de Uruguay, y Ania Déniz Cruz, Rosario León Robaina, Yahima Milanés Santander y Eva Perón Delgado, de Cuba, consideran, en sus respectivas investigaciones, a la educación patrimonial como parte del proceso de construcción identitario y social desde una perspectiva de ciudad.
Es relevante mencionar la investigación realizada por Marcela Torres, Kareen Standen, Pablo Soto y Mauricio Soldavino, desde Chile, que promueve la educación patrimonial como una herramienta inclusiva, que ayuda a observar y entender diversos colectivos sociales y vulnerados a lo largo de los años.
El significado de patrimonio ha ido cambiando con el paso del tiempo. Como menciona la introducción de este libro, “solo se protege y conserva lo que se conoce y valora” (pág. 11), frase que nos invita a reflexionar que la importancia del patrimonio radica en las personas y no en los bienes que atesoramos en museos o centros de estudios.
El discurso patrimonializador es una constante en este libro, ya que invita al lector a reflexionar sobre los paradigmas sociales que interfieren en el cuidado y la preservación del patrimonio.
Finalmente, el libro es un aporte fundamental sobre la importancia de estudiar el patrimonio desde la mirada del sujeto, gracias al indiscutible bagaje de las propuestas expuestas por investigadores de múltiples tendencias.
Cabe mencionar, también, que el libro prescinde de imágenes expositivas sobre la captación de datos, eventos o material gráfico de campo que ayude a entender precisamente que este tipo de metodologías estaban pensadas para ser utilizadas en personas. En esa perspectiva, hubiera sido de gran utilidad visualizar sus herramientas metodológicas, fotografías, gráficos de representación de data, croquis u otros para que así la lectura resultase menos densa y trascendiera los términos teóricos empleados hacia formatos más accesibles a públicos más amplios y diversos.