DONATO AMADO GONZALES

Figura 1. Sitio Inca de Tarawasi, en Limatambo, Cusco. José, en un momento más te envío la foto de Donato tipo retrato que me está enviando un familiar. Archivo fotográfico personal de Rosa Canasa Gutiérrez, 2021.

El reciente deceso del historiador e investigador cusqueño conmovió a los círculos intelectuales y académicos vinculados a la conservación del patrimonio cultural y la investigación histórica. Su sentida desaparición ocurrió cuando había cumplido 60 años y estaba en el mejor momento de su producción, por lo que se esperaba mucho más de su intelecto.

El doctor Donato Amado nació en el distrito de Chinchaypucyo de la provincia de Anta, en el departamento de Cusco. Recibió su educación primaria en esa misma localidad, cercana a la zona de producción pecuaria de la Pampa de Anta, llanura que, en el siglo XVI, fue escenario de la batalla de Jaquijahuana, en la que el enviado real Pedro de La Gasca derrotó a Gonzalo Pizarro. Transcurrir su niñez en contacto con el medio rural le permitió el dominio de la lengua quechua y ser quechuahablante, como él se autodenominaba. Asimiló, asimismo, las tradiciones y costumbres andinas con las que estuvo profundamente identificado.

Su educación secundaria continuó en la ciudad de Cusco, en el antiguo Colegio Nacional de Ciencias, fundado por Simón Bolívar; posteriormente ingresó al Departamento Académico de Historia de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Al concluir sus estudios obtuvo el título profesional de Licenciado en Historia y fue contratado como jefe de prácticas en la misma Facultad de Ciencias Sociales donde efectuó sus estudios universitarios. Desempeñó esa función docente durante cuatro semestres entre 1996 y 1998. Cuando concluyó su formación, en la misma época en la que enseñaba en la universidad, siguió estudios complementarios para obtener una maestría en el Colegio Andino del Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, y los concluyó en 1997.

Una experiencia que siempre valoró como importante para su capacitación fue la de haber trabajado como asistente del investigador José Tamayo Herrera, en el año 1992, cuando este recibió el encargo de preparar una historia general del Cusco, durante la gestión del alcalde provincial del Cusco Daniel Estrada Pérez.

Con el propósito de completar su formación y profundizar sus conocimientos especializados, siguió estudios en la Maestría de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Su tesis de maestría, considerada un aporte indiscutible a la historia andina, fue editada como libro en la colección de estudios andinos dirigida por el doctor Marco Curatola Petrocchi, para el Fondo Editorial de la PUCP. Se publicó con el título El estandarte real y la mascapaycha. Historia de una institución inca colonial (2017). Después de haber completado sus estudios de maestría, continuó con el mismo empeño en el Programa de Estudios Andinos de esa misma universidad, para conseguir el grado de doctor en Historia. Obtuvo esa alta distinción sustentando la tesis “El sistema de tenencia de tierra en los ayllus y panacas incas en el valle del Cusco. Siglos XVI y XVII”.

En cuanto a su actividad profesional, se debe destacar su rol de investigador del Sistema Vial Andino en el programa Qhapaq Ñan, a cargo de la Dirección Desconcentrada de Cultura-Cusco. Su labor de búsqueda de información en archivos sobre el gran camino inca y sus incansables recorridos para verificar e identificar el sistema vial, constituyen un valioso aporte al conocimiento de esa red. En esa misma institución, convertida posteriormente en el Ministerio de Cultura, continuó su actividad en el cargo de Historiador del Parque Arqueológico de Machu Picchu.

Entre 2001 y 2003, fue integrante del Proyecto Arqueológico Chanka, liderado por el arqueólogo norteamericano Bryan Bauer, realizando una investigación de 4 meses de duración en el Archivo de Indias, en Sevilla. En mérito a su conocimiento del acervo archivístico cusqueño fue invitado a participar como investigador asociado en varios proyectos auspiciados por universidades peruanas y del extranjero, además de ser coautor de las respectivas publicaciones. Es el caso del Museo de Antropología de la Universidad de Michigan o el de la Universidad de Alcalá en España, que publicó el libro Escrituras silenciadas: Poder y Violencia en la Península Ibérica y América.

La trascendencia de su obra se refleja, también, en los numerosos artículos publicados en revistas especializadas, entre los que cabe citar “El discurso político indigenista, el Regionalismo y Federalismo 1900-1930”, y “La formación y establecimiento de las parroquias cusqueñas”.

Contribuyó a su experiencia profesional, su vinculación con la Universidad de Notre Dame de los Estados Unidos, a la que concurrió en varias oportunidades para dictar seminarios de paleografía colonial americana y otros temas vinculados a la enseñanza de la historia. Asimismo, fue asociado de Icomos-Perú, Comité Nacional del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios. En dicha entidad interactuó permanentemente con otros patrimonialistas que conformamos su Comité Regional con sede en Cusco.

En lo que atañe a mi persona, me cabe recordar su don de gentes y generosidad. Compartí su amistad y el resultado de sus estudios. Le solicité investigar, en el Archivo Histórico de Cusco, los orígenes de propiedad de casas antiguas, cuya restauración estuvo a mi cargo. Entre ellas la de Miguel Valenzuela Centeno, del siglo XVII, situada en la esquina de la calle San Agustín con el pasaje Santa Mónica, y la del encomendero Domingo de Artaza de la calle San Juan de Dios N.o 255, en Cusco.

En el año 2010 tuvimos la oportunidad de trabajar juntos, como coautores en la elaboración de un libro de 340 páginas, escrito conjuntamente con los antropólogos Elizabeth Kuon Arce y Jorge Flores Ochoa. Se trató de una obra de la colección Arte y Tesoros del Perú del Banco de Crédito, que titulamos Cusco: Desde la Nieve de la Puna al Verdor de la Amazonía.

Concluyo esta reseña con un adagio que nos hace reflexionar sobre lo transitorios que son los éxitos y reconocimientos, y que lo duradero es lo que queda escrito: Sic transit gloria mundi. Siendo la obra de nuestro recordado historiador Donato Amado su mejor legado para las generaciones venideras.

Roberto Samanez Argumedo1


1. Estudios de arquitectura en Brasil y de Posgrado en la Universitá degli Studi di Roma, La Sapienza. Fue director del Proyecto Especial Perú-Unesco para la puesta en valor de monumentos en Cusco-Puno. Ha restaurado conjuntos arqueológicos Inca e inmuebles virreinales-republicanos. Fue galardonado con el Reconocimiento a la Trayectoria del arquitecto regional de la sede anfitriona, de la XIX Bienal de Arquitectura Peruana, Cusco 2022.