doi: https://doi.org/10.21754/devenir.v9i17.1483

El Ordenamiento del territorio en el valle de Moche.

Lectura espacial de la Vida de las sociedades Prehispánicas

José Pineda Quevedo

Oficina Editorial de la facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes (ediFAUA) - Fondo Editorial de la Universidad Nacional de Ingeniería (EDUNI). Lima, PERU, 2019.

Reseña de Carlos Moreno Ahumada

La investigación presentada en el libro, sobre el ordenamiento territorial en el Valle de Moche, nos brinda nuevas perspectivas en los campos de la planificación territorial y urbana, la resiliencia, la sostenibilidad, la identidad e incluso una mejor lectura e interpretación histórica de la arquitectura desarrollada en el Perú.

El autor nos presenta en su esmerado trabajo, los procesos de domesticación del territorio, enmarcado entre el litoral y la zona chala-yunga del Valle de Moche, que lograron una exitosa transformación y apropiación productiva, en un periodo que abarca aproximadamente 20,000 años y que explican los diferentes niveles de desarrollo logrado por las sociedades prehispánicas, desde los cazadores recolectores hasta los mochica-chimú y su incorporación al Tawantinsuyo.

A través de su investigación, Pineda nos acerca a comprender nuestra cultura territorial, que aún mantiene valiosos conocimientos vigentes, enfrentándonos al reto de conocer mejor e interpretar el territorio para su consideración en las políticas y planes del ordenamiento territorial; tema insuficientemente estudiado, pese a su relevancia, y cuya falta de atención por parte de las entidades gubernamentales ha significado la presencia de conflictos sociales y ambientales a lo largo de nuestro país.

Para realizar su trabajo, Pineda ensaya nuevas concepciones en la investigación territorial, con una metódica lectura espacial asistida con el registro aerofotográfico e identificando la composición geomorfológica de los sitios, para ser verificados con los recorridos de reconocimiento, práctica en la que el autor demuestra ser un experto. La investigación de campo es complementada con el trabajo de gabinete, integrando la dimensión geográfica, ambiental, arqueológica y antropológica, y con esta visión holística sustenta el desarrollo de una cultura exitosa de transformación y apropiación del valle.

El estudio denota un excelente manejo de la abundante información, ilustrado debidamente con cuadros de inventario, cartografía, registros fotográficos aéreos y panorámicos, y el levantamiento arquitectónico de sitios arqueológicos, aportando nuevos y reveladores conocimientos de vestigios poco estudiados o desconocidos.

El material se organiza en un libro de 436 páginas de lograda edición, que consta de dos partes y cuatro capítulos:

La primera parte, “Del espacio natural al espacio concebido”, comprende dos capítulos, analiza los componentes geomorfológicos del Valle de Moche y la producción y apropiación del sitio por los primeros habitantes.

El primer capítulo describe un inventario del medio y sus recursos en el proceso de sedentarización del hombre precolombino, sus relaciones con el entorno y su adecuación para la aparición de la arquitectura y los primeros asentamientos. En el segundo capítulo se sustenta la tipología de las aglomeraciones, desde las simples a las más complejas, en la transformación del territorio de la región chala-yunga del valle.

La segunda parte del libro, “Principios de funcionamiento de las estructuras espaciales. Fundamentos y constantes de la organización espacial del valle del Moche”, está organizada en dos capítulos; en el primero se aborda la naturaleza divinizada con la correspondiente aparición de la arquitectura ritual, integrada como “espacio concebido”. El autor sustenta los principios del funcionamiento de las estructuras espaciales en la organización territorial del valle relacionada con la divinización de geomorfologías, que reconoce y registra como expresión de lo sagrado.

Finalmente, en el capítulo cuatro destaca la interconexión que realiza el hombre con vínculos creados con el territorio, mediante la concepción de las redes hidráulicas y viales; enlaces que permitieron el manejo de los sitios como zona productiva y la centralización del poder a través del control del recurso del agua.

Un aporte fundamental que resalta en la investigación es la denotación territorial, donde los monumentos arqueológicos se contextualizan desatacando la importancia de los vínculos, de lo invisible o escondido, como las relaciones del hombre-espacio en la creación de un productivo paisaje. Así, la riqueza no es solo es el territorio físico, sino el producto obtenido de la transformación y adaptación del espacio para atender las necesidades del hombre.

A nivel personal, encuentro válido comentar la posible influencia de sus andanzas juveniles reconociendo ríos y manantiales subterráneos, aguas termales, cuevas, apus vigentes, valles y llanuras, etc., realizadas en su natal Cajabamba, tierra pródiga —por su bondad, Bolívar la llamó la Gloriabamba—, en la apasionada lectura del espacio territorial, logrado en sus innumerables recorridos “a pie alzado” con la mente y el corazón abierto.

Libro imprescindible para la necesaria integración de lo urbano con lo rural y lo natural, en el ejercicio de la proyección arquitectónica, urbana, la planificación territorial y el desarrollo sostenible, tema en el que, cada vez más, los arquitectos vienen aportando nuevas perspectivas de nuestra cultura territorial, continuando la línea que orientó el maestro Carlos Williams, y que venía siendo atendida mayormente por arqueólogos, antropólogos y geógrafos, tratada ahora más holísticamente por los arquitectos, entre los que podemos mencionar los trabajos publicados de J. Canziani, W. Ludeña, A. Gavazzi, L. Miranda, J. P. Crousse, G. Zecenarro, C. Moncloa, K. Espinoza, entre otros.