doi: https://doi.org/10.21754/devenir.v7i13.932

PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO ARGENTINO.

MEMORIA DEL BICENTENARIO (1810-2010)

TOMO I: 1810-1880

MINISTERIO DE CULTURA

SECRETARÍA DE CULTURA DE LA PRESIDENCIA NACIÓN. BUENOS AIRES, ARGENTINA, 2011.

reseña de LUIS EDUARDO TOSONI

El texto que reseñamos es el primer volumen de una colección que tiene la ambiciosa y necesaria tarea de dar cuenta del patrimonio construido en la República Argentina desde el habitar de los pueblos originarios hasta el bicentenario del proceso emancipatorio iniciado con la Revolución de Mayo en 1810.

En este primer volumen el corte temporal se establece en 1880, momento en que se consolidó la República Argentina como un Estado-Nación.

El trabajo es de carácter coral ya que participaron una serie de investigadores especializados en distintos momentos del período propuesto. La publicación está precedida por los prólogos de la Sra. Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner y del Secretario de Cultura, Jorge Coscia a los que siguen tres artículos introductorios: el de Alberto Petrina presenta un amplio panorama de todo el período, entre la etapa colonial y la primera presidencia de Julio A. Roca, en 1880. Luego, Myriam Tarragó, a partir de una mirada antropológica, revisa los antecedentes prehispánicos del territorio argentino desde las sociedades de cazadores – recolectores hasta los centros ceremoniales de influencia incaica. Alberto Nicolini se ocupa de los antecedentes del mundo colonial poniendo el foco en la fundación de nuevas ciudades. Finalmente, Ramón Gutiérrez traza un fresco de todo el período independiente (1810-1880) con un enfoque regional que le permite dar cuenta de las características urbano-arquitectónicas de distintas regiones del extenso territorio argentino.

Los textos temáticos ponen el foco en aspectos particulares de la producción urbano-arquitectónica del período. Así el de Graciela Viñuales da cuenta de las transformaciones del urbanismo colonial y de las nuevas fundaciones a partir de la época independiente con la continuidad de la cuadrícula como sistema básico para el trazado de nuevas ciudades pero con la inclusión de diagonales como en el caso del pueblo de Almirante Brown (1872).

En el caso de la arquitectura de la época del gobierno de Bernardino Rivadavia (1821) y aún después de su alejamiento del poder, Fernando Aliata destaca el proyecto de reorganización urbana de Buenos Aires y algunas obras como el pórtico de la Catedral Metropolitana y la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires.

Jorge Ramos en su artículo presta atención al paisaje pampeano y a un edificio en particular: el Caserón de Juan Manuel de Rosas, quien gobernó la provincia de Buenos Aires con férrea mano hasta la batalla de Caseros en 1852.

Marta Silva da cuenta del aporte de los profesionales italianos en las provincias de Catamarca, Salta, Tucumán y Santiago del Estero. Sobresalen los templos catedralicios de cada una de esas capitales provinciales de línea clasicista italianizante.

En cuanto a la región de Cuyo y a la provincia de Córdoba, Juan Manuel Bergallo destaca las obras más importantes del período, desde el neoclasicismo académico del Cabildo de Córdoba del ingeniero Juan Manuel López hasta las obras para la ciudad nueva de Mendoza que había sido destruida por un terremoto en 1861.

El litoral fluvial después de la batalla de Caseros asumió un rol central en la Confederación Argentina. En Paraná, su capital, trabajó Santiago Danuzio en los edificios institucionales del nuevo Estado.

Este autor hace una breve reseña del itinerario de las arquitecturas producidas a partir de la Academia como institución rectora en Francia de la enseñanza de la arquitectura desde principios del siglo XIX hasta la influencia de la École de Beaux-Arts en los profesionales que llegaron al Río de la Plata a fines de la centuria.

La casa criolla es un tema no menor en la conformación del paisaje urbano de las ciudades argentinas en vertiginoso proceso de transformación. Roberto de Gregorio examina la tipología más difundida: la casa chorizo, habitar de los inmigrantes que muchas veces dejaban la precariedad de los conventillos para iniciar una nueva vida en los barrios de la ciudad donde construían sus viviendas sobre lotes de diez varas castellanas de ancho.

Silvia Cirvini se detiene en la formación de los profesionales de la arquitectura desde los primeros tiempos independientes hasta la fundación de las escuelas de arquitectura de donde egresarían las primeras promociones de arquitectos nacionales.

Daniel Schávelzon analiza en particular la obra del arquitecto Eduardo Taylor quien trabajó en Buenos Aires cuando la ciudad se había separado de la Confederación Argentina, constituyéndose en la capital de un estado independiente. El “edificio símbolo” fue la Aduana que hasta hoy se conoce como “Aduana Taylor” en homenaje a su autor.

Finalmente, Carlos Moreno, con su habitual calidad gráfica, despliega los distintos sistemas constructivos que se emplearon en las obras del período.

La tercera parte del libro está constituida por un exhaustivo inventario de obras patrimoniales de todo el país precedidas de una introducción de Sergio López Martínez quien delinea las características y la idea de los autores a la hora de armar una obra tan vasta y completa.