Eusebio Leal Spengler
Figura 1. Eusebio Leal en una pausa durante su última conferencia en el Perú, gestionada por la Arq. Elba Vargas y desarrollada en el Museo Metropolitano de Lima. Archivo fotográfico personal de Caleb Sagua, 2012.
Eusebio Leal Spengler, reconocido defensor del patrimonio arquitectónico de Cuba, fue una figura de alcance internacional no solo por su memorable labor en su país, donde desempeñaba el cargo de Historiador de la Ciudad de La Habana. Desde ese sitial fue un gran promotor de la recuperación del rico patrimonio edificado de Cuba y un destacado promotor de inversiones de carácter internacional para refuncionalizar y dar nuevos usos vinculados al turismo a numerosos edificios patrimoniales de su ciudad. Como ensayista y escritor sobre temas de arte y restauración de monumentos, su pensamiento, sus ideas y propuestas despertaron el mayor interés entre los estudiosos e intelectuales de toda Latinoamérica.
El Dr. Eusebio Leal nació en La Habana en 1942 y falleció en julio de 2020, cuando tenía 78 años y su comunidad aún esperaba mucho de él. Su apasionado nacionalismo y total entrega a la conservación de los monumentos históricos de Cuba, hicieron de él un personaje conocido y apreciado en todo el país. A pesar de su participación política como miembro del Partido Comunista, diputado ante la Asamblea en varias oportunidades entre los años 1993 a 2018 y embajador ante la Organización de las Naciones Unidas, siempre mantuvo su sencillez y absoluto desinterés por los bienes materiales.
En una entrevista que le hicieron en octubre de 2019 manifestó: “Yo no aspiro a nada, no aspiro ni siquiera a eso que llaman la posteridad; yo no aspiro a nada, yo solo aspiro a haber sido útil”. No sorprende que, a su muerte, una multitud le rindiera tributo en una gran manifestación pública en la Plaza de Armas de La Habana y siguiendo una costumbre caribeña, colgara sábanas blancas en los balcones, en su homenaje. Sus cenizas han sido conservadas con gran celo, para que una vez controlada la epidemia de COVID 19, se le pueda tributar un merecido homenaje en el Capitolio de La Habana. Ese emblemático monumento representativo de la ciudad, fue precisamente uno de los testimonios que él consiguió que se restaure y donde sus restos reposarán para siempre.
El legado patrimonial edificado de Cuba destaca en la región del Caribe porque la isla descubierta por Colón en 1492, fue durante siglos una colonia atesorada por España, por su producción azucarera utilizando mano de obra de esclavos negros. Esa industria llegó a ser en el siglo XIX la más mecanizada del mundo empleando maquinarias y ferrocarriles de vapor. A diferencia del resto de Latinoamérica es recién en 1898 que España capítuló y le dio la independencia. Tuvo por lo tanto mucho más tiempo bajo su dominio, por lo que las tendencias arquitectónicas de la metrópoli produjeron expresiones propias en estilo barroco y neoclásico. Se produjo una arquitectura religiosa bastante original con innovadoras soluciones en las armaduras de madera. Su arquitectura doméstica como resultado del auge producido por la riqueza de la industria azucarera y la ganadería, destaca por sus balcones cubiertos, las celosías de madera torneada y las barandas de sus escaleras que le dieron a La Habana su carácter monumental.
Para que este homenaje se pueda valorar en su justa dimensión, se debe conocer algo más sobre la vida de Eusebio Leal, su formación superior la hizo en la Universidad de La Habana donde se graduó como Licenciado en Historia en 1975. Dos años después, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia le concedió una beca para cursar estudios de post grado en Restauración de Monumentos y Centros Históricos, formación especializada que orientó su vida futura. Buscando ostentar el grado académico más elevado siguió estudios en Ciencias Históricas en la Universidad de La Habana, graduándose como doctor.
Desde 1959 empezó a trabajar en la Administración Municipal de La Habana y ocho años después fue designado director del Museo de la Ciudad. Desde esos cargos ediles tuvo oportunidad de asumir la responsabilidad de obras de restauración de Monumentos tan importantes como la Casa de Gobierno, el antiguo Palacio de los Capitanes Generales y Casa Capitular, que terminaron de restaurarse en 1979. Dos años después, recibió el encargo de conducir un conjunto de obras de restauración en la capital cubana.
Convertido en la máxima autoridad de su país en materia de restauración y contando con un eficiente equipo técnico especializado, en 1986 emprendió obras de conservación patrimonial en las fortalezas coloniales de defensa de La Habana. Es así que se restauraron la de San Carlos de La Cabaña y el Castillo de los Tres Reyes del Morro. Intervino además en el sistema de fortificaciones en el perímetro de las murallas para la defensa de la ciudad que la UNESCO reconoció e inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial.
Para entonces, el doctor Leal gozaba de un merecido reconocimiento público, era Presidente de Honor del Comité Cubano del ICOMOS y del ICOM. Había sido decano de la Facultad del Colegio Universitario San Jerónimo de la Universidad de La Habana y Profesor Emérito de la misma. En esas circunstancias recibió la honrosa designación para ocupar el cargo de Historiador de la Ciudad de La Habana, con responsabilidad sobre la conservación de monumentos y del Casco Histórico de la ciudad.
Como titular de ese cargo creado a su medida, recibió un justo reconocimiento en Nueva York tributado por el Fondo Mundial de Monumentos (WMF por sus siglas en ingles). En 2018 le otorgó el Hadrian premio anual que se da a quienes contribuyeron de manera excepcional a la conservación del patrimonio cultural.
Durante las honras fúnebres que le tributaron en el Palacio de los Capitanes Generales, que estaba en proceso de acondicionamiento museográfico bajo su dirección, desfilaron infinidad de personas dando muestras de cariño, respeto y gratitud. Roberto Chile, uno de los intelectuales más representativos de la cultura cubana le dedicó las siguientes palabras: “Aunque no poseo el don de la oratoria y la escritura, podría pasar horas elogiando a quien con perseverancia y pasión ha empleado toda su vida a levantar de las ruinas, espacios que parecían insalvables y hoy devienen majestuosos monumentos de la historia, la cultura y la vida de la nación cubana.”
Roberto Samanez Argumedo